El Rancho de Carbono: La Lucha contra El Cambio Climático; Un Acre a La Vez

En otras palabras, suelo sano = ciclo saludable del carbono = almacenamiento de CO2 de la atmósfera. Cualquier actividad del manejo del suelo que contribuya a esta ecuación, sobre todo si resulta en el almacenamiento adicional de CO2, puede ayudar a combatir el cambio climático.

O como la Dra. Christine Jones dice: “Cualquier …práctica que mejora la estructura del suelo está construyendo carbono en el suelo.”[10]

¿Cuáles serían esas prácticas?

En las praderas áridas del suroeste de los Estados Unidos, hay seis estrategias para aumentar o mantener la salud del suelo y por lo tanto el contenido de carbono de los ecosistemas basados en la hierba o con predominio de los arbustos. Estrategias de secuestración incluyen: 1) los sistemas planificados de pastoreo, sobre todo en suelos degradados, 2) la restauración activa de las zonas ribereñas, fluviales y de humedales, y 3) la eliminación de la vegetación leñosa, donde sea apropiado, de modo que la hierba pueda crecer en su lugar. Las estrategias de mantenimiento incluyen: 4) la conservación de espacios abiertos para que no haya mayor pérdida de suelos que almacenan el carbono, 5) la aplicación de prácticas de labranza cero, y 6) el manejo de la tierra para la resistencia a largo plazo, es decir, aumentar la capacidad de la tierra y la población para adaptarse a la perturbación y el cambio de las condiciones climáticas. Afortunadamente, una gran parte de la “caja de herramientas” del manejo de suelo para aplicar estas estrategias ha sido probada y validada por profesionales, terratenientes, agencias e investigadores. Parte de ella sigue siendo controversial en algunos sectores a pesar de su éxito demostrado in situ, y mucha se encuentra paralizada por obstáculos económicos, burocráticos y paradigmáticos.

Las estrategias de secuestro y su papel en la visión integral llamada “Un rancho de carbono” son las siguientes:

1) Sistemas de pastoreo planificados. Se puede aumentar el contenido de carbono del suelo utilizando tres métodos principales:

    El establecimiento de las plantas verdes en suelos anteriormente desnudos; La profundización de las raíces de las actuales plantas sanas; y La mejora general de los ciclos de nutrientes, minerales, y agua en una zona determinada.

El pastoreo planificado es clave para los tres. Mediante el control de tiempo, intensidad y frecuencia del impacto de los animales en la tierra, el “ranchero de carbono” puede mejorar la densidad, la diversidad y el vigor de las plantas. Acciones específicas incluyen:

-La ruptura del suelo por las pezuñas de herbívoros, que facilitar el contacto entre las semillas y la tierra, y la filtración de agua;

-El efecto de “rebaño” por animales concentrados, que puede producir una forma positiva de perturbación a un paisaje, reincorporando la basura vegetal en el suelo (Una versión intensiva de este efecto es a veces llamado “caca y pisa”);

-El efecto estimulante de pastoreo en las plantas, seguido por un largo intervalo de descanso (con frecuencia un año), hace que las raíces se amplíen, mientras se quita el forraje viejo y oxidado;

-El pastoreo selectivo de plantas nocivas o invasoras, que permite que las especies nativas sean más diversas y vigorosas;

-La aplicación selectiva de los residuos animales que proporcionan importantes nutrientes para las plantas y los microbios del suelo.

Además, los sistemas planificados de pastoreo – incluyendo sistemas de manejo intensivo, controlados por tiempo, de corto duración, y de “mafia” – tienen la ventaja de centrar la atención de las personas que lo practican en las condiciones diarias, y de semana a semana, de la tierra. Esto permite que el administrador alcance determinadas metas ecológicas con eficacia, por ejemplo lograr mayor cantidad, densidad y vigor de las plantas verdes (y por lo tanto, mayor capacidad de almacenamiento de carbono).

2) Restauración activa de las áreas ribereñas y zonas de humedales. Muchos arroyos, riachuelos, ríos y humedales en el suroeste están en una condición degradada – el resultado de la sobreexplotación histórica por los seres humanos, la ganadería y la industria. Las consecuencias han sido la erosión del suelo, la pérdida de la vegetación ribereña, la interrupción de los ciclos hidrológicos, la disminución de la capacidad de almacenamiento de agua en las orillas de los arroyos, la pérdida de humedales, y muchos otros ejemplos de la “enfermedad de la tierra”. La restauración de la salud de estas áreas, especialmente los esfuerzos que contribuyen a la retención de suelo y su formación, tales como el restablecimiento de los humedales ricos en humus, resultarán en almacenamiento adicional de CO2 atmosférico en el suelo. Las herramientas para la restauración de estas zonas están bien desarrolladas, prácticas y potencialmente capaces de ser implementadas a mayor escala, si se desea. Hay muchos beneficios adicionales en la restauración de las zonas ribereñas y los humedales, como la mejora del hábitat para la fauna, el aumento de forraje para los herbívoros, mejor calidad y cantidad de agua para los usuarios situados río abajo, y la reducción de la erosión y el transporte de los sedimentos.