El Rancho de Carbono: La Lucha contra El Cambio Climático; Un Acre a La Vez

¿Recuerdan la vieja broma acerca de cómo comer un elefante? Una mordida a la vez. Lo mismo ocurre con la ganadería de carbono: la única manera de tener éxito es un acre a la vez. ¿Será lo suficientemente rápido? ¿Va a hacer una diferencia? ¿Funcionará? No sé – nadie lo sabe. Eso es porque nos enfrentamos a un futuro sin precedentes. Vivimos en un planeta que no ha visto los niveles de CO2 tan altos por dos millones de años – casi tanto tiempo como han existidos los seres humanos. Nos enfrentamos a un reto colectivo que es literalmente inimaginable, aunque cada día que pasa los científicos quitan un poco más de la niebla de nuestro futuro, revelando una imagen preocupante.

Algunos ven la salvación en la alta tecnología, incluyendo la captura de CO2 en su punto de origen, para ser almacenado bajo tierra, o el lavado de los gases de efecto invernadero de la atmósfera con cientos de miles de máquinas de filtrado del tamaño de furgones. Por desgracia, estas tecnologías, incluso aunque sean prácticas, están a años de distancia de su implementación. Y la crisis climática, como se ha evidenciado por los titulares recientes, está ocurriendo ahora.

Esto lleva a una pregunta: ¿qué pasa con la baja tecnología? No hay que crear la ganadería de carbono. Ya existe. Sabemos cómo hacer crecer la hierba usando los animales. Hemos aprendido cómo arreglar los arroyos y curar los humedales. Estamos mejorando a la hora de producir alimentos locales usando los pastos. Vamos a encontrar la manera de reducir nuestra huella de carbono, y desarrollar la energía renovable local en una manera rentable. No necesitamos una alta tecnología – ya tenemos el milagro de la fotosíntesis. Lo que nos falta es la voluntad de probar algo viejo. La baja tecnología no va a salvar el planeta por si misma, obviamente, pero es esencial para la calidad de vida en la Tierra, sin importar la cantidad de CO2 que existe en la atmósfera. Con demasiada frecuencia, sin embargo, los ojos se fijan en las estrellas y nuestras mentes están deslumbradas por horizontes lejanos, cegándonos a las posibilidades que están más cerca a la casa. Tal vez deberíamos estar mirando hacia abajo, no hacia arriba.

A la hierba y las raíces.