El maíz mexicano en manos de las transnacionales

Opinión que coincide con la de Víctor Suárez, “Hemos vivido un cambio de paradigma en los mercados agrícolas internacionales. El incentivo a la producción de agro comsbutibles ha hecho que el excedente de granos que antes se exportaba a precios dumping a México y a otros países haya desaparecido, y por lo tanto su valor se incremente” -a lo que añade-: “Esto, unido a la especulación y a la afectación de la producción por el cambio climático, ha provocado que los precios altos de los granos básicos en el mercado internacional sea una tendencia nueva y permanente en el mediano y largo plazo”.

Este nuevo orden agroalimentario sitúa a los países importadores como México en una posición difícil y vulnerable. No así a las multinacionales como Cargill o Archer Daniels Midland Company, que son las grandes beneficiarias, como quedó demostrado en esta crisis. De acuerdo a los datos que maneja la Revista Expansión – citados por Blanca Rubio en el documento “Grandes Problemas Nacionales”-, entre 2007 y 2009 las empresas que más incrementaron sus beneficios fueron: entre un 20 y un 25%, Monsanto, Grupo Industrial Lala y Bimbo; entre un 15 y 20% más, se sitúan Minsa y Gruma. Empresas como Nestlé, Bachoco o Sigma Alimentos reportaron beneficios inferiores al 15%.

Productores y consumidores: los grandes perjudicados

En una situación en la que el precio del maíz se incrementa en el mercado internacional debería de arrastrar este beneficio al productor, al pagarle más por su cosecha. Sin embargo, no ocurrió. “Hay especulación, mucho intermediarismo”, denuncia Beatriz de la Tejera. “Los precios al productor no se alinean con los precios internacionales, como en su momento se dijo. Sólo sucede cuando el valor es a la baja. Esto sucede porque quien determina el comportamiento del mercado en México son los monopolios con el apoyo y la complicidad del gobierno”, afirma Víctor Suárez.

Los consumidores resultaron gravemente perjudicados por la crisis de la tortilla. “Hay familias numerosas que tienen que comprar 5 kilos de tortilla al día. Con este producto aumentado su precio, el gasto a la semana crece a más de 80 pesos y el jefe de familia tiene el salario mínimo”, comentaba Yolanda Pinesa, habitante del municipio de Coyuca de Catalán, en el Estado de Guerrero, en relación a la situación que se vivió.

Además, esta ama de casa de 43 años añadía con pesadumbre y resignación: “Hay que sacrificar otras necesidades para darles a los hijos una mediana alimentación”.

Así lo corroboró un documento encargado por la Cámara de Diputados. Según este informe, del año 2006 al 2007, los hogares más pobres incrementaron su gasto por consumo de tortillas de 65.40 pesos a 92.60 pesos mensuales, representando un aumento del 41.6%, muy por debajo de la subida del salario mínimo que fue del 4%. Esta crisis se repitió en los años siguientes produciendo que, entre diciembre de 2006 y agosto de 2012, el precio de la tortilla se incrementara en un 91%, el del frijol en 165% o el huevo en un 208%, mientras el salario mínimo sólo aumentó un 28%, de acuerdo a los datos que aporta

“Salvemos al campo para salvar a México”

Durante el sexenio calderonista se incrementó la pobreza alimentaria en 4,2 millones de personas, alcanzando los 28 millones, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). La situación de los pequeños y medianos agricultores es ya crítica, pero el futuro que les espera de aprobarse la siembra de transgénicos a escala comercial es de extrema dureza.

“Se calcula que hay 8 millones de toneladas de maíz que no entran al mercado y que son producidas por el pequeño campesinado que utilizan para alimentar a sus familias y a comunidades. Si a estos campesinos se les sigue golpeando, incluso van a faltar esas toneladas de este grano. ¿De qué se alimentarían estas personas?”, se cuestiona Ana de Ita, directora del Ceccam. “Hay muchas regiones que se dan de comer a sí mismas. Si no existiera ese maíz, México estaría en condiciones de hambruna tremenda”, vaticina Álvaro Salgado, integrante del Cenami. Pese a ello, muchos expertos se encuentran esperanzados. “Creo que hay una capacidad de resistencia enorme por parte del pequeño campesinado, lo ha demostrado durante todo el siglo, y más desde que empezó la época de ajuste estructural”, sentencia Beatriz de la Tejera, investigadora de la Universidad Autónoma de Chapingo.