El maíz mexicano en manos de las transnacionales

Por Hemisferio Zero, 20 de abril de 2013

La alternancia panista: ¿Gobiernos del cambio?

El 2 de julio del año 2000, se puso fin en México al mandato hegemónico del PRI durante 71 años con la victoria de Vicente Fox, presidente por el PAN. Los gobiernos panistas prometieron un cambio en el campo para relanzarlo como motor económico del país y apostaron por el pequeño productor. Sin embargo, los datos y opiniones de expertos contrastan con este discurso.

Los últimos sexenios panistas [2000-2012] han estado totalmente orientados a favorecer a los grandes capitales tanto en la producción como en la comercialización, así como en la relación directa con los consumidores”, sentencia Beatriz de la Tejera, ingeniera agrónoma especializada en desarrollo rural. “Sobre todo durante los dos últimos sexenios panistas se ha concesionado la seguridad alimentaria al capital internacional”, afirma contundente Antonio Turrent, presidente de la Unión de científicos comprometidos con la sociedad (UCCS).

Con la llegada al poder de los panistas, los recursos federales para el campo experimentaron importantes incrementos, alcanzando los 305 mil millones de pesos en 2012. “El presupuesto al campo más elevado de la historia”, se jactaba el presidente Felipe Calderón.

“No es un problema de presupuesto, sino un problema de política y de quién decide el destino y la forma de operación de los programas gubernamentales.

El 80% de los subsidios al campo los recibe el 10% de los productores agrícolas del país, incluyendo a grandes corporaciones que están en la Lista Forbes”, explica Víctor Suárez, director ejecutivo de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC).

Además, comenta Luís Gómez, director del Proyecto de Evaluación de los Programas de la Secretaria de la Reforma Agraria en la FAO: “El problema es cómo se canalizan los recursos y a través de qué programas. Hay un apoyo creciente en programas de alivio a la pobreza, pero en cambio, hay una restricción de programas de fomento productivo. Hay una marginación del medio rural que impide el desarrollo de las capacidades productivas”.

Crisis de la tortilla: la insostenibilidad del ‘modelo’

Este sistema agroalimentario demostró ser insostenible con la llamada “crisis de la tortilla”, que tuvo lugar en enero de 2007, cuando los precios de este producto se dispararon incrementándose en un 67% en un solo mes, según documenta la investigadora Olivia Acuña. También se elevaron los precios de los lácteos (25%) y las carnes (14%), puesto que al ser empleado el maíz amarillo de importación como forraje actúa como correa de transmisión hacia estos productos básicos de la canasta alimentaria.

Importar maíz le resultó muy caro al consumidor, pero también al país. De hecho, Víctor Suárez señala que la balanza agropecuaria en 2007 fue de 5082,4 millones, lo que representó “casi la mitad del déficit comercial total del país, es el más alto en la historia contemporánea”. Como consecuencia de esta política, la dependencia exterior del maíz alcanzó tras este sexenio el 34%.

Sin embargo, este ciclo de precios elevados del maíz y otros granos básicos en el mercado internacional, lejos de ser puntual, responde a factores estructurales. “La época de los precios bajos de los bienes agropecuarios, y la desvalorización artificial de ellos, ha terminado”, advierte Blanca Rubio, investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.

¿Por qué subió el precio del maíz? Esta crisis se enmarcó en la crisis alimentaria mundial que comenzó en 2006. Según el relator de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, entre 2005 y 2008 los precios del maíz se triplicaron -superando los 200 dólares/tonelada-, los del trigo crecieron en un 127% y los del arroz en un 170%. Este experto apuntó como principal causa de esta crisis la especulación, pues consideraba que factores como la oferta y la demanda, o el crecimiento de China e India resultaban insuficientes para explicar con claridad la volatilidad de precios. La especulación fue posible por la creación de un nuevo tipo de derivado financiero, los llamados “food commodities”.

Según Blanca Rubio, la crisis financiera generó la fuga de capitales especulativos que anteriormente se ubicaban en la rama del sector inmobiliario hacia sectores con mejores oportunidades, como es el de la agricultura. Pero otra de las causas que se señala como culpable es el impulso del etanol -que requiere de maíz-. Blanca Rubio considera que la crisis alimentaria es parte de la crisis de la hegemonía de Estados Unidos, así como de las crisis energética y financiera. Es decir, ante la disminución de reservas petroleras en el país -que le llevó a impulsar la guerra en Irak- y ante la perspectiva en el mercado energético que apunta hacia el fin de los precios bajos del petróleo y del gas natural, EE.UU. viene diseñando una estrategia para poner fin a su dependencia en materia de hidrocarburos. Según esta economista, están apareciendo los rasgos del ascenso de un nuevo orden agroalimentario financiero-energético.