Diabetes, primera causa de muerte, discapacidad y años de vida con baja calidad

Por Boletín UNAM-DGCS-033, 17 de enero de 2016

  • La mitad de las personas con esa afección no están diagnosticadas, dijo en la UNAM Carlos Aguilar, especialista del INCMNSZ
  • Por cada diabético, existen dos prediabéticos, indicó

En México se desconoce la prevalencia de la prediabetes, y la mitad de quienes padecen la enfermedad vive sin estar diagnosticada. Por cada persona con la afección existen dos en la condición previa y las complicaciones aparecen desde esa fase, dijo en la UNAM Carlos Aguilar Salinas, del Departamento de Endocrinología y Metabolismo del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (NCMNSZ).

Si se realiza una evaluación médica completa de los individuos en riesgo no sólo puede retrasarse el padecimiento, sino trabajar para disminuir la incidencia de las complicaciones crónicas, advirtió.

La diabetes es la primera causa de muerte, discapacidad por ceguera y amputaciones no traumáticas, así como años vividos con baja calidad, por lo que la prevención debe iniciarse antes del diagnóstico.

En su intervención en el Simposio sobre Diabetes, organizado por el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) y la Liga Estudiantil Médica Puma, dijo que la enfermedad es resultado de un proceso que inicia con años de antelación; además, constituye el principal problema de salud, “pero no debería serlo, pues es fácil identificar a los sujetos en riesgo”.

Quienes la desarrollan, en general, son producto de embarazos complicados con diabetes gestacional o que sufrieron enfermedades crónicas u otras que alteraron su nutrición en el útero o durante los primeros años de vida, apuntó el especialista en endocrinología.

Al concluir la etapa de crecimiento los individuos acumulan rápidamente masa en la región abdominal y en la segunda década de vida pueden tener bajos niveles de colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad, popularmente denominado “bueno”) y valores altos de triglicéridos; poco después, desarrollan hipertensión arterial e intolerancia a la glucosa.
 
El determinante más importante en el crecimiento exponencial del padecimiento es el incremento en el número de personas con sobrepeso u obesidad. México ocupa el segundo sitio en tasas de obesidad entre los países integrantes de la OCDE y el grupo poblacional con mayores índices son los jóvenes, en particular las mujeres.

Aguilar Salinas señaló que, en promedio, 70 por ciento de los individuos con obesidad sufren de enfermedades metabólicas que en algún momento podrían inducir afecciones cardiovasculares o diabetes.

México es una de las naciones en donde un alto porcentaje (60 por ciento) de la población adulta registra niveles bajos de colesterol HDL, 43 por ciento de ese sector presenta colesterolemia por arriba de 200 ml/l, factores que abren un importante espacio para realizar estudios farmacogenéticos con intervención a fin de reducir el riesgo cardiovascular.

“Nuestro sistema de salud no está preparado para el manejo de estas patologías; es malo para diagnosticar enfermedades crónicas, regular para brindar tratamiento y poco eficiente para alcanzar los objetivos terapéuticos, lo que incrementa los presupuestos de salud”, subrayó.

El aumento de casos se debe a múltiples factores, en especial de índole social, como los cambios urbanos y el acceso a alimentos ricos en azúcares y grasas saturadas, así como la exposición al tabaco, entre otros.

Uno de los grandes retos para hacer frente a esta epidemia es la detección de la población susceptible; para ello existen programas que permiten reducir su riesgo.

Sólo a través de la sistematización de la información es posible disminuir la incidencia, y “eso no requiere de grandes inversiones, simplemente de una atención organizada y personal”, planteó el especialista.

De igual manera, prosiguió, el tratamiento no puede centrarse sólo en la glucosa, se requiere un abordaje integral que tiene por objetivo alcanzar metas, empoderar al individuo y cambiar las conductas del paciente y de la familia.

Además, medir esta epidemia con base en su mortalidad no es suficiente, pues el gran peso de ésta es la discapacidad que provoca. La solución para las enfermedades crónicas está en manos de todos, “si tenemos un estado de vida saludable y los médicos nos tomáramos el tiempo de hablar con los pacientes, de entender sus necesidades, ponernos en sus zapatos y ofrecerles soluciones viables, el panorama sería diferente”, concluyó