Día del Maíz: resistencia a la privatización silenciosa

Por Víctor M. Quintana, La Jornada, 27 de septiembre de 2012

Dos energías básicas para México están en peligro: la energía que mueve las máquinas (petróleo y electricidad) y la energía que mueve a las personas (la alimentación). Bienes públicos indispensables que están a punto de caer en manos privadas. Para privatizar la renta petrolera y la industria eléctrica, el gobierno de Enrique Peña Nieto tendrá que hacer pasar a sangre y fuego su propuesta de reformas legales. Sin embargo, hay otra privatización ya en marcha, de proporciones similares, que se está haciendo efectiva sin necesidad de ningún consenso, de ninguna reforma: la del maíz.

El maíz, cuyo día nacional se celebra este domingo, por quinto año consecutivo y por iniciativa de un gran número de organizaciones campesinas, indígenas, académicas, artísticas, de todo tipo, es el factor básico y ordenador de nuestro sistema alimentario y de la economía rural. Es la materia prima vegetal más importante del planeta; ingrediente básico de la nutrición de las familias mexicanas, sobre todo las de menores ingresos. A la vez, constituye el núcleo de la economía campesina, sobre todo en el centro y sur del país. En torno a él se desarrolla toda la diversidad de cultivos que componen la milpa: frijol, chile, calabazas, hui­tlacoches, etcétera. Esta producción diversa, cuando se da, permite una nutrición adecuada y relativamente autosuficiente para las unidades familiares.

La clave para la productividad de los cultivos campesinos es la diversidad: tanto en el tipo de plantas que conviven en la milpa como en la multiplicidad de razas y de variedades del maíz, adaptadas a las muy diversas latitudes, altitudes, climas y suelos de México.

Todo esto está siendo amenazado por una estrategia de pinzas de la trasnacional agroquímica Monsanto, sus aliados y los últimos gobiernos federales: por una parte se está presionando y tolerando que se introduzcan semillas de cultivos genéticamente modificadas a nuestro país, como el algodón y el cacahuate. Pero el objetivo verdadero es imponer el maíz transgénico en la tierra originaria de esta gramínea. Con el pretexto de aumentar la producción maicera, de hacerla más resistente a sequías, insectos nocivos y heladas, Monsanto y diversas asociaciones de productores, incluida la CNC, están presionando para la liberación masiva de maíz transgénico, hasta ahora prohibida por la ley.