Defendemos los derechos a la Madre Tierra, el territorio y los bosques

Por Alainet, 15 de febrero de 2016

Encuentro Latinoamericano con la Encíclica “Laudato Si” 

Representantes de Organizaciones Indígenas, Campesinas y Ambientalistas, así como de movimientos sociales, estudiosos y personas interesadas de 17 países coincidimos en el “Encuentro Latinoamericano con la Encíclica Laudato SI´ defendemos los derechos a la Tierra, el Territorio y los bosques, en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, durante los días 13 y 14 de febrero en el marco de la visita del Papa Francisco.

Chiapas es un territorio repleto de simbolismo donde nosotros como Pueblos originarios y campesinos nos reconocemos en el trascurrir de los siglos, en Pueblos en lucha frontal contra el colonialismo que pretendió eliminar nuestras culturas y actualmente un capitalismo depredador.

Esta lucha busca, entre otras cosas, el reconocimiento de la Madre Tierra que en el “Laudato SI” se denomina como la casa común. Vemos como se le ha enajenado mediante proyectos que crean dependencia y desarticulación de los procesos locales de organización, y que apuntalan una sociedad de consumo bajo un pensamiento patriarcal y perverso. Se ha negado la sabiduría comunitaria de hombres y mujeres.

Por lo tanto, el contenido del “Laudato SI” se suma a la reivindicación histórica, cultural y espiritual de los Pueblos en nuestro largo camino de más de 524 años de resistencia y en nuestra vida como sujetos de nuestro destino con la Madre Tierra como espacio sagrado y para la humanidad.

Nuestra permanencia de Pueblos nace de la relación con la Madre Tierra, de ahí emana la fortaleza y conocimiento de la vida, la memoria, la herencia y el derecho histórico de los Pueblos a nuestra continuidad, es por ello que en este momento la iglesia católica a través de la Encíclica “Laudato SI”, viene a acompañar a los Pueblos en sus luchas.

Recogemos en el seno de nuestras deliberaciones la encíclica como una esperanza para un mayor compromiso de las naciones y Pueblos del mundo para el reconocimiento de nuestros derechos humanos, territoriales, ambientales y sobre todo nuestra enorme contribución para la salud de un planeta vivo en donde todos los seres humanos podamos vivir en paz.

Vemos cómo el “Laudato SI” describe la devastación ecológica planetaria ocasionada por el capitalismo: las alteraciones y mercantilización de los ciclos naturales de fertilidad, hídricos y de clima, la contaminación de los cuerpos de agua, los efectos nocivos de la producción industrial en la atmósfera, la destrucción de los ecosistemas sensibles como bosques, selvas, manglares; la acidificación de los océanos, la pérdida de la biodiversidad y la privatización de la vida, el agro-negocio basado en monocultivos y la introducción impuesta de plantas, insectos y animales transgénicos en nuestros ecosistemas, en sí, el sistema capitalista que puede llevarnos a la extinción humana.

Retomamos el parágrafo 190 de la encíclica “Laudato SI” en donde se expresa que “Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la natura­leza, en sus tiempos de degradación y de regene­ración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la in­tervención humana. Además, cuando se habla de biodiversidad, a lo sumo se piensa en ella como un depósito de recursos económicos que podría ser explotado, pero no se considera seriamente el valor real de las cosas, su significado para las per­sonas y las culturas, los intereses y necesidades de los pobres”

El “Laudato SI” es una iniciativa que recibimos de buena fe y con respeto y sentimos que refuerza nuestra lucha y la razón histórica que asiste a quienes provenimos de los Pueblos, y se nos ha ocultado y negado la justicia por siglos. Esta carta conjunta reflexiones sobre el modelo de desarrollo que proponen los Estados-empresas, y cuyos intereses han buscado lucrar con nuestros bienes comunes y con la vida que habita en los territorios ancestrales, los cuales detentamos.

Vemos cómo los gobiernos y las empresas se empeñan en despojar y destruir nuestra Madre Tierra, explotándola y mercantilizándola, sin considerar que ella es la suma de nuestros territorios históricos, de nuestros sueños, saberes, sentires, creencias y seres que habitan y forman un todo que es la vida y que se relacionan con los ciclos naturales y las cosmovisiones de los Pueblos que constituyen un equilibrio con lo vivo.

Vemos cómo este capitalismo ha creado una crisis ética, social, económica, ecológica y política que transgrede los derechos y despoja a los Pueblos con sus proyectos de muerte y sus programas gubernamentales, en donde vemos como los gobiernos se han coludido con los intereses de las empresas y con el crimen organizado para privatizar nuestros patrimonios y territorios.

Nuestra lucha por la defensa de la Madre Tierra ha sido denunciada ante oídos sordos, que lejos de justicia nos ha traído persecución, encarcelamientos y hasta la muerte para muchos representantes indígenas, campesinos y de organizaciones de la sociedad civil. Exigimos el cese al hostigamiento y la criminalización de nuestros representantes.

La autonomía y la libre determinación para nosotros y nosotras es el derecho a decidir libremente sobre nuestros territorios, construyendo espacios donde se represente el sentir, pensar y vivir de nuestros Pueblos en armonía y en relación con otros pueblos.

La autonomía representa también apropiarnos de nuestro destino y de la forma de gobernarnos al modo propio, con nuestros usos y costumbres, tomando en nuestras manos el manejo de los bienes naturales, medios de vida, producción, educación, radios comunitarias, salud, idioma, vestido, bailes, nuestra ciencia, saberes y conocimientos para fortalecer nuestra identidad como pueblos y nuestra permanencia futura, bajo la lógica de la comunalidad, el bien común y el buen vivir. Reivindicamos el derecho al consentimiento previo, incluyente, libre e informado, reconocido en los acuerdos e instrumentos internacionales de Derechos Humanos y sobre pueblos indígenas y comunidades locales.