Declaración de Vida en Oaxaca

Suscrita por diversos colectivos, organizaciones civiles y personalidades de Oaxaca, Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Yucatán, Jalisco y el Distrito Federal, el 12 de mayo de 2014 en Oaxaca

México es la tierra del maíz, es el centro de origen, diversificación y uso constante del maíz desde hace más de 7,000 años. Esto fue un prodigio de los antiguos habitantes de esta zona del planeta, y de las campesinas, campesinos, indígenas que hoy siguen sembrándolo; es un regalo que nuestro país le ha brindado a la humanidad. El maíz salió de México para sembrarse en todo el mundo por su facilidad para adaptarse a cualquier condición; si se contamina nuestro maíz, la humanidad perdería el reservorio para enfrentar las consecuencias del cambio climático.

Sin embargo en México, vivimos una emergencia alimentaria que nos ha llevado a ser el país con mayor obesidad en el mundo, y en el cual sufren desnutrición crónica 20% de la población. Situación generada en los últimos 30 años en que el gobierno ha propiciado el deterioro del sistema de producción de alimentos en México, favoreciendo la importación de productos de mala calidad. Incluso sin ser necesario, el gobierno ha permitido y apoyado con subsidios la importación de alimentos en lugar de buscar la autosuficiencia y defender la soberanía alimentaria. La producción de maíz del ciclo pasado fue más alta que en ciclos anteriores; sin embargo, el gobierno importó sólo el mes pasado más de 500,000 toneladas de maíz blanco transgénico de Sudáfrica, beneficiando a las grandes compañías importadoras e ignorando la oferta de miles de productores, campesinos e indígenas.

Es claro que este gobierno está trabajando en contra de nuestra alimentación al importar maíz transgénico que pone en riesgo la salud, el maíz original y la cultura, dejando de apoyar a los campesinos e indígenas que nos han alimentado de manera adecuada a lo largo de siglos, y gracias a los cuales la comida mexicana es hoy patrimonio de la humanidad. Mientras que tenemos suficientes argumentos científicos, jurídicos y culturales para impedir la siembra de transgénicos en México, el gobierno elude sus responsabilidades e insiste en repartir semillas de dudosa calidad y en aceptar y publicar solicitudes para siembra de maíz transgénico aún cuando existe la resolución de un juez federal de suspender cualquier siembra de maíz transgénico. La Secretaría de Salud, a través de la Cofepris, autoriza la importación de maíz transgénico prohibido en otros países e ignora las relevantes recomendaciones vertidas por científicos nacionales e internacionales.

En este momento en México nos encontramos ante un enorme riesgo: la importación de granos transgénicos y la siembra experimental, piloto y comercial de maíz transgénico en campo mexicano contaminaría nuestro alimento básico con una tecnología innecesaria que ha sido rechazada por la mayor parte de los países del (en los últimos meses, Francia, Italia y Rusia han rechazado este cultivo. En el país que inventó el maíz, nos quieren vender una tecnología chatarra. Los campesinos e indígenas mexicanos se verían sometidos al monopolio que ejercen las empresas semilleras y al pago de enormes regalías por el uso de esta tecnología, lo que en países como la India ha llevado al suicidio de más de 200,000 campesinos las deudas adquiridas.

El maíz, nuestro alimento básico, se convertiría en una fábrica de toxinas con graves consecuencias para nuestra salud. En la actualidad, ningún pueblo del mundo se alimenta directamente con transgénicos; ¿por qué someter al pueblo de México al experimento biológico más grande de la historia y a convertirnos en conejillos de indias de 5 empresas transnacionales? Sin duda, esta legislación y política pública transgrede el principio constitucional de pluriculturalidad y nuestros derechos fundamentales a la salud, el ambiente sano y la alimentación.

Por lo anterior, llamamos a todos los mexicanos a unirse a la voz del Maestro Francisco Toledo, quien hoy se suma a la defensa del maíz. Esta emergencia nacional nos obliga a pensar en los alimentos que producimos y consumimos, en el lugar que le hemos dado en nuestro país a quienes producen nuestros alimentos, la forma en que viven los indígenas y campesinos, en cómo estamos alimentando a nuestros hijos, a quién favorecemos con lo que comemos, por qué estamos obesos, y por qué nuestros campesinos e indígenas tienen que migrar como ilegales al otro lado para producir los alimentos que compramos con un alto costo político y social