Debemos plantear el decrecimiento

Por Carmelo Ruiz Marrero, Blog Spot, octubre de 2013 Recientemente fueron publicados dos informes científicos sobre el cambio climático que deberían ser archivados bajo la H de “horror”.

El primero es un informe sobre los hallazgos más recientes del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés), cuerpo establecido en 1988 para asesorar a la ONU sobre toda la información científica relevante a la implementación de la Convención sobre Cambio Climático (1). Periódicamente publica un resumen sumario de sus hallazgos (summary for policymakers), el cual es sujeto a aprobación línea por línea por los 195 gobiernos participantes. El informe, publicado el mes pasado, dice que el calentamiento del sistema climático mundial es inequívoco (2). Según el documento, el mundo se continuará calentando bajo todos los escenarios. Habrá calentamiento global aún si las emisiones de gases de efecto invernadero paran en seco ahora mismo. Peor aún, “la mayoría de los aspectos del cambio climático persistirán por muchos siglos, aún si se detienen las emisiones de CO2”. El IPCC tiene 95% de certeza de que el cambio climåtico no es producto de algún ciclo natural sino el resultado de acciones humanas, principalmente la quema de combustible fósil. Para aquellos individuos científicamente iletrados que dudan de la veracidad del cambio climático, sepan que 95% de certeza es el “standard” de oro entre científicos. Siguiendo al informe del IPCC, un terrorífico estudio de la Universidad de Hawaii dirigido por el científico Camilo Mora publicado este mes en la revista Nature, sostiene que el calentamiento global es irreversible y que el alza en las temperaturas hará la vida humana intolerable en ciudades como París, Londres y Nueva York en las próximas décadas (3). Bajo los escenarios examinados, Ciudad México podría comenzar a experimentar un alza drástica y sin precedentes en su temperatura para 2031 y Río de Janeiro para 2050. Según el estudio, si nos ponemos a reducir nuestras emisiones ahora, sólo lograremos posponer el calentamiento por dos o tres décadas. Hay que señalar que las advertencias sobre el calentamiento global no tienen nada de nuevas. Tan temprano como en 1968, el biólogo Paul Ehrlich mencionó el efecto de invernadero en su tomo malthusiano “La Bomba Poblacional”, y dijo “al momento no podemos predecir el resultado sobre el clima de nuestro uso de la atmósfera como un basural” (4).

En 1979 el Concilio Nacional de Investigación de Estados Unidos y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) declararon que el calentamiento del planeta por causa de actividades humanas era una posibilidad real (5). Esta advertencia fue repetida de una manera más contundente en una conferencia conjunta del Programa Ambiental de la ONU y la OMM en Austria en 1985 (6). En junio de 1988 el científico James Hansen de la agencia espacial NASA presentó testimonio devastador al Congreso de Estados Unidos, en el que informó que el calentamiento causado por humanos ya había afectado el clima global (7). Ese mismo mes la OMM llevó a cabo una conferencia en la ciudad de Toronto, titulada “Conferencia Mundial sobre la Atmósfera Cambiante: Implicaciones para la Seguridad Global” (8). Como ven, crónica de muerte anunciada. No podemos decir que no fuimos advertidos. Pero si muchos se enteraron tarde de este fenómeno o tuvieron por mucho tiempo dudas de que fuera real, fue debido a una estrategia deliberada de la industria petrolera. Entre 1994 y 1998 yo estaba reportando en el periódico Claridad acerca de organizaciones fantasmas y testaferros (frontes) corporativos financiados por las petroleras para confundir a la prensa, la ciudadanía y los políticos en torno a la realidad del cambio climático (9). La estrategia funcionó: perdimos preciosos años discutiendo si el calentamiento global era real o no, mientras se acumulaba la evidencia abrumadora y nos quedábamos con menos tiempo para tomar acción. Aún hoy día, hay individuos que creen que el cambio climático es una ficción que forma parte de un siniestro complot de control mundial, mientras que otros acuden a teorías irracionales y seudocientíficas, como los supuestos “chemtrails” (10). Los recientes informes del IPCC y de la Universidad de Hawaii vienen justo cuando la creciente demanda energética mundial se da de cabeza contra el “crunch” energético que el geólogo estadounidense M. King Hubbert predijo hace seis décadas, llámenle el “pico del Hubbert” o el “cénit del petróleo” (11). En concordancia con la predicción de Hubbert, el petróleo de fácil extracción y refinación se está agotando. Las compañías de energía están respondiendo a la situación con esquemas descabellados que implican daños ambientales, riesgos y costos de capital extremos: