¿Comer pescado es tan saludable?

A parte, la contaminación del agua incide en dichos animales. La presencia de mercurio en los peces es la más conocida y amenaza el ecosistema y nuestra salud, al tratarse de una sustancia tóxica que afecta al cerebro y al sistema nervioso. Según Ecologistas en Acción, el pescado contiene cada vez más mercurio. En 2013, en la Unión Europea se notificaron 96 casos de pescado contaminado, frente a los 68 del año anterior. La organización ecologista denuncia que los límites de mercurio permitidos por la Unión Europea no son suficientes, porque no tienen en cuenta ni el consumo medio ni las características corporales del consumidor. Los máximos permitidos por la FAO y la Organización Mundial de la Salud, en cambio, son más restrictivos. Nuestra salud, en juego.

El medio ambiente se ve también perjudicado, especialmente por técnicas como la pesca de arrastre, que a través del uso de redes que barren el suelo del mar, destruye los fondos marinos, acaba con hábitats naturales como arrecifes de coral y captura, más allá de los peces objetivo, ejemplares inmaduros y pescados no deseados que acaban siendo descartados, y lanzados de nuevo, muertos o casi muertos, al agua. En la pesca de arrastre de cigala en el Mar del Norte, por ejemplo, se estima, según datos de Ecologistas en Acción, que las capturas no deseadas y descartadas alcanzan el 98% del total. Una práctica que igualmente se da en otros modelos de pesca en teoría más selectivos como la del palangre, con miles de anzuelos con cebos que cuelgan de líneas que pueden medir metros o kilómetros. En el Mar Adriático, los descartes de dicho modelo de pesca pueden llegar hasta el 50% de la captura. La pesca industrial con grandes embarcaciones aumenta el riesgo de contaminación a causa de derrames de petróleo y combustible. El agua, parece, lo engulle todo. Sin embargo, la vida en el mar se agota.

Otro impacto de la pesca industrial se da en tierra firme, en las comunidades. La tan magnífica como dura película de Hubert Sauper ‘La pesadilla de Darwin‘ lo muestra con toda crudeza. La vida de 25 millones de personas alrededor del Lago Victoria, más de la mitad en situación de desnutrición, recogen las migajas de la boyante industria de procesado y comercialización de perca del Nilo destinada al mercado extranjero. Se trata de la cara oculta, y más dramática, de lo que aquí en la pescadería o el supermercado nos dicen es “filete de mero”, y que compramos a un módico precio. Cada día, según la campaña No te comas el mundo, dos millones de personas en Occidente consumen perca del Nilo. Lo que equivaldría a satisfacer las necesidades de proteína de 1/3 parte de la población desnutrida de alrededor del Lago Victoria.

En pocas manos

Unas pocas empresas empresas se reparten el jugoso pastel de la pesca industrial. Se trata de grandes compañías que compran a otras de pequeñas con el objetivo de ejercer un mayor control de la industria integrando cría, procesado y comercialización. Actualmente, por poner un caso, cuatro empresas controlan más del 80% de la producción mundial de salmón: la noruega-holandesa Nutreco es la número uno, seguida de las también noruegas Cermaq, Fjord Seafood y Domstein que, tras fusionarse en 2002, ocupan la segunda posición.

Otras grandes compaññías como Pescanova, de origen gallego, optan por la compra de cuotas invirtiendo en producción de salmón en Chile, tilapia en Brasil, rodaballo en Portugal, camarón en Nicaragua, etc. Sin embargo, del éxito a la bancarrota: hoy Pescanova se encuentra en la cuerda floja, acuciada por las deudas y a merced de la banca. Un modelo industrial que acaba con la pesca artesanal y a pequeña escala, que no puede sobrevivir en un sistema pensado por y para la pesca intensiva y a gran escala.

Llegados a este punto, volvemos a preguntar: ¿Comer pescado es tan saludable para nosotros y el medio ambiente? Saquen conclusiones.