Capitalismo y soberanía alimentaria

¿Pero cómo conseguimos revertir todo este gran entramado? ¿Cómo podemos volver a reconstruir un sistema de producción local, cada vez más cohesionado, que cultive la agricultura cercana, y revolucione los modos de producción y consumo mediante patrones capitalistas? Pues precisamente aboliendo sus valores. A gran escala, el sistema puede hacer mucho, sobre todo inculcando nuevos valores de redistribución de la riqueza, acabando con los monopolios agroindustriales, con el poder de los grandes latifundistas, y promoviendo otros modos de producción y consumo más ligados al consumo responsable, a la producción local y al autoabastecimiento de materias primas cercanas.

Pero no sólo esto. Las políticas públicas pueden ayudar bastante a la recuperación del valor de la cultura del campesinado, y a restar protagonismo a los valores predominantes de la vida en las grandes ciudades. La promoción de mercados próximos, las ayudas a la producción local, la publicidad cercana, las pequeñas corporaciones locales, las ayudas a la agroindustria, la potenciación de los valores de un consumo responsable, la recuperación de una cultura del autoconsumo, la anulación de los valores capitalistas sobre las ganancias y el beneficio, son parte de todo el sistema. Se debe acabar con la concentración de la tierra en muy pocas manos. Con ello se crearán las condiciones concretas de supervivencia en los entornos rurales, que ayudará a la repoblación de núcleos que han ido quedando vacíos. Crear ayudas y condiciones de apoyo y fomento a los cultivos locales, favorecer la agricultura campesina, sustituir los agroquímicos por abonos orgánicos, apoyar el concepto de semilla como patrimonio del campesinado, en vez de considerarla objetos de mercancía, o patentes de compra y venta comerciales.

Crear políticas de créditos y microcréditos para diferentes tipos de cultivos locales, bajo la perspectiva productiva, definiendo una política crediticia que se adecúe en cada zona a la lógica de producción agropecuaria. Desincentivar las políticas dedicadas únicamente a la exportación, fomentando a su vez mediante campañas, las prácticas de producción y consumo locales. Fomentar los mercados y mercadillos de mercancías de producción cercana. Mejorar también la construcción y las condiciones de las infraestructuras locales. De esta forma, se va recuperando poco a poco el nivel de vida del campesinado, la población de las zonas rurales, y el control y la soberanía alimentaria sobre sus productos. Reforzar la actividad educativa, apoyar el profesorado local, dotar de más medios humanos y tecnológicos a las escuelas rurales, enfocado al mantenimiento de modos de vida para las futuras generaciones. En última instancia, devolver a las personas el poder de la tierra, que sumado al poder del conocimiento, conforma un biopoder altamente transformador, que se convertirá en otra piedra en el zapato del gran sistema capitalista globalizado, contribuyendo a un mundo más sostenible, más justo y más humano.

Fuente: Rebelión