Cambio climático: armando la trampa

La tecnología existe, pero no se ha desarrollado porque la instalación es muy cara y lo extraído no compensa la inversión.

Ahora, con el mágico cambio de nombre de EOR a CCS, la industria afirma que al dejar el CO2 en los pozos de petróleo y otros fondos geológicos, está retirando el carbono de la atmósfera y por tanto es una medida contra el cambio climático, que cómo tal debe ser apoyada y recibir créditos de carbono.

Sostienen que de esta manera podrán contrarrestar las emisiones de carbono no sólo de su propia industria, sino también de otras actividades contaminantes y el resultado dará lo que llaman “emisiones netas cero”.

Con BECCS (bioenergía con CCS) van más allá y le llaman “emisiones negativas”, porque plantan al mismo tiempo que instalan captura de carbono, extensos monocultivos de árboles u otras plantas, que también absorben carbono y por tanto, según ellos, la suma daría negativa.

No hay absolutamente ninguna prueba de que todo esto funcione, pero sí se sabe que los riesgos ambientales, sociales y de salud para intentar instalar estas tecnologías son altos: no hay certeza de que el CO2 permanezca en el fondo, si hay escapes, serán tóxicos para plantas, animales y humanos, aún en pequeñas cantidades contaminará mares y según el área, también puede contaminar acuíferos.

Adicionalmente, la llamada “bioenergía”, si se trata de grandes plantaciones son una pesadilla: ya existen movimientos de protesta contra ellas en todos los continentes, compiten con la producción alimentaria, por tierra y agua, desplazan comunidades, devastan ecosistemas.

Si realmente se implantaran masivamente instalaciones de captura y almacenamiento de carbono, o CCS, también desatará un una nueva competencia por acaparamiento de tierras, ahora subterránea, ya que no todos los terrenos son aptos para almacenar carbono y los que sí se consideren, serán objeto de acaparamiento por esta poderosa industria.

Es muy preocupante que empresas y gobiernos promotores de CCS ya han elaborado lo que llaman “Atlas de almacenamiento geológico de CO2”, -mapeando los lugares donde teóricamente se podría almacenar carbono, con lo que ya están facilitando ese acaparamiento. Se han elaborado estos Atlas para Norteamérica, Europa y México, éste último financiado por el gobierno, a través de la Secretaría de Energía.

Shell ya está diciendo públicamente que se debe pagar a las petroleras para que ellas salven al planeta del cambio climático con CCS y BECCS.  Sería el colmo de la perversión: pagar a los culpables del caos climático, para que extraigan más petróleo y encima nos cobren por seguir contaminando.

*Silvia Ribeiro. Investigadora del grupo ETC

www.etcgroup.org

 

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