Arrancó el debate nacional contra Monsanto en México

Otro ejemplo son los suelos pedregosos de la península de Yucatán donde también sólo las razas nativas prosperan. En la Sierra Madre Oriental, donde llegan los vientos alisios, con neblinas constantes, suelos ácidos y enfermedades nativas, ahí también solamente prosperan dos o tres razas nativas de maíz. Va más de medio siglo de experimentación con mejoramiento mendeliano y aún no se ha podido producir un maíz que compita con las razas nativas de esta región. Con transgénicos, menos.

Por otra parte, el grano de maíz nixtamalizado se consume en más de 600 preparados alimenticios incluidas bebidas típicas regionales. La manufactura de estos preparados requiere de razas específicas de maíz nativo. No puedes usar un maíz pozolero para hacer palomitas. El maíz transgénico para esto, por supuesto, no tiene respuestas.

No somos idiotas, dijo Luis Meneses Murillo en su exposición, representando a la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas, “y nos resistimos a convertirnos en peones de las trasnacionales”.

En una estrategia de flanqueo, Meneses invirtió el orden en los términos del debate: “No voy a iniciar hablando de los riesgos de los cultivos transgénicos. Quiero hacer una pregunta que siempre se hace un campesino antes de sembrar: ¿las semillas transgénicas producen más?, ¿son más nutritivos sus frutos?, ¿cuál es el problema que se quiere resolver: la alimentación en el mundo, mejorándola y haciéndola suficiente?

“La respuesta es no, no producen más, porque las modificaciones genéticas están hechas con otro propósito. El meollo no está en el ámbito científico, sino en el absurdo de las grandes empresas y los gobiernos que las protegen y les sirven para aumentar ilimitadamente sus ganancias”.

“Casi la totalidad de las semillas transgénicas son propiedad de cinco empresas transnacionales: Monsanto, Novartis, Aventis, Syngenta y Pioneer. Entonces estamos frente a una sin razón: las presiones de las empresas trasnacionales para liberar la siembra de maíz transgénico no son para producir más, sino por utilidad económica y dependencia tecnológica hacia este monopolio de las semillas”.

Por otra parte, Meneses recordó la ardua lucha de los campesinos para impedir que las trasnacionales como Monsanto con la complicidad de los legisladores violen sus derechos mediante la imposición de reformas legales. En abril del año pasado, por presión de la UNORCA y otras organizaciones se logró retirar del orden del día del pleno de esta Cámara el dictamen sobre la minuta del Senado que reforma la Ley de Variedades Vegetales. Esta reforma pretende reforzar la propiedad intelectual y reducir los derechos campesinos, adoptar los compromisos de la carta 1991 de la UPOV (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales) y abandonar la carta 1978 que actualmente rige, darle carácter de variedad a los transgénicos con lo que se les otorgaría un estatus de propiedad que no les corresponde, crear una especie de policía de Monsanto y penalizar el libre intercambio de semillas entre campesinos.

“El asunto está suspendido mas no concluido ya que las empresas trasnacionales podrán volver a impulsar la minuta para su aprobación. Por ello demandamos a esta soberanía que deseche la minuta que le envió el Senado por la gravedad que representa para los campesinos e indígenas mexicanos y para el país”, dijo.

Al final de la función el equipo afín a Monsanto se veía muy vapuleado pero se negó a tirar la toalla. La temporada apenas empieza.