Agua envenenada

Por todo el país, en nombre del derecho a la vivienda, la urbanización salvaje avanza sobre tierras de cultivo fértiles. Las manchas urbanas crecen sin control. El pavimiento se extiende sin freno, impidiendo la recarga de los acuíferos. Los proyectos inmobiliarios devoran insaciables el agua de pueblos y comunidades y engullen zonas arboladas. Sus pozos terminan desecando campos de cultivo y poblaciones rurales.

La contaminación del río Santiago es emblemática de lo que sucede en otros parques industriales. Allí unas 260 empresas descargan sus desechos y la zona metropolitana de Guadalajara, desechos, fecales. La combinación es letal. En sus aguas puede encontrarse un coctel fatal de metales pesados. En el hálito de la cascada El Salto flota benceno, un gas cancerígeno.

El desastre hídrico que vive el país ha provocado múltiples protestas sociales. Tal como hoy sucede en Sonora con los afectados por el Grupo México, en todo el territorio se han formado movimientos contra el envenenamiento del agua a manos de grupos empresariales y en rechazo a la complicidad gubernamental que la acompaña. La lucha por el agua es, antes que nada, la lucha por la salud y por la vida.

Twitter: @lhan55