Agroecología, Pequeñas Granjas y Soberanía Alimentaria

Afortunadamente miles de pequeñas granjas tradicionales aún existen en zonas rurales del tercer mundo. La productividad y sustentabilidad de tales agro-ecosistemas pueden optimizarse con métodos agroecológicos para sentar las bases de la soberanía alimentaria, definir el derecho de cada nación o región de mantener su capacidad de producir cultivos básicos de alimentación con la correspondiente diversidad productiva y cultural. El emergente concepto de la soberanía alimentaria enfatiza el acceso del agricultor a las tierras, semillas y agua, enfocándose en una autonomía local, mercados locales, ciclos locales de producción y consumo, soberanía energética y tecnológica, y una red de inter-relación entre  los agricultores.

Los pequeños productores como protagonistas claves para la Seguridad Alimentaria Regional

En Latinoamérica habían aproximadamente 16 millones de unidades regionales de producción al final de los 80, ocupando cerca de 60.5 millones de hectáreas – 34.5 por ciento del total de las tierras cultivadas. La población agrícola incluía 75 millones de personas representando dos tercios de la total población rural de Latinoamérica. El tamaño promedio de estas unidades es de 1.8 hectáreas, y aún la contribución de la agricultura rural a la alimentación de la región es muy significativa. Estas pequeñas unidades de producción eran responsables del 41 por ciento de la producción agrícola para consumo doméstico y de producir a nivel regional 51 por ciento del maíz, 77 por ciento de las legumbres y 61 por ciento de las papas (7). La contribución a la seguridad alimentaria de estos pequeños productores es hoy tan crucial como lo era hace 25 años.

África tiene aproximadamente 33 millones de pequeñas granjas representando el 80 por ciento del total de la región. La mayoría de agricultores africanos (muchos de ellos mujeres) son pequeños productores con dos tercios de todas las granjas de menos de 2 hectáreas y 90 por ciento de granjas de menos de 10 hectáreas. La mayoría de pequeños productores practican una agricultura de “bajos recursos”, basada principalmente en el uso de recursos locales y un uso austero de insumos externos. Esta agricultura de bajos recursos produce la mayoría de los granos, casi todas las raíces, tubérculos y platanales, y la mayoría de legumbres. La mayoría de los cultivos básicos de alimentación son producidos por pequeños agricultores que prácticamente usan poco o ningún fertilizante y semillas mejoradas (8). Sin embargo la situación ha cambiado en las últimas dos décadas en que la producción per cápita ha disminuido en África. Antes autosuficiente en cereales, ahora África importa millones de toneladas para completar la diferencia. A pesar de este incremento en importaciones, los pequeños agricultores aún producen la mayor parte de los alimentos de África.

En Asia, solo China cuenta con la mitad del total de pequeñas granjas del mundo (en 193 millones de hectáreas), seguido por India con 23 por ciento, e Indonesia, Bangladesh y Vietnam. De la mayoría de los más de 200 millones de agricultores de arroz que viven en Asia, pocos cultivan más de 2 hectáreas de arroz. China tiene posiblemente más de 75 millones de productores de arroz que aún usan métodos similares a los que se usaban mil años atrás. Los cultivos locales que crecen en ecosistemas de tierras altas y/o utilizando las lluvias, constituyen el total del arroz producido por los pequeños agricultores de Asia (9).

Las pequeñas granjas son más productivas  y conservan recursos.

Aunque existe la creencia que las granjas familiares son anticuadas y de poca producción, estudios demuestran que estas son más productivas que las más grandes, si se considera la producción total en vez del rendimiento total de solo un cultivo. Los rendimientos de maíz en el sistema tradicional de México y Guatemala son de 2 toneladas de maíz por hectárea o más o menos 4´320,692 calorías, suficientes para cubrir las necesidades alimenticias anuales de una familia de 5 a 7 personas. En 1950 las chinampas de México (siembra en lagos de poca profundidad o pantanos) tenían un rendimiento de maíz de 3.5 – 6.3 toneladas por hectárea. En ese entonces era la máxima producción por hectárea de México comparado al rendimiento de maíz en EUA en 1955 de solo 2.6 toneladas por hectárea, y no supero la marca de 4 toneladas por hectáreas hasta 1965 (10). Cada hectárea de las chinampas que aún quedan puede  producir alimentos para unas 15 a 20 personas al año a un nivel moderno de subsistencia.