Una mala relación puede afectar al corazón

Por El Universal, 15 de enero de 2015

Científicamente quedó demostrado: el corazón, especialmente el de las mujeres, es uno de los órganos más afectados cuando se lleva a cuestas un mal matrimonio.

El resultado hace parte de una investigación según la cual las parejas infelices de entre 57 y 85 años tenían más posibilidades de sufrir afecciones cardíacas que las que llevaban un buen matrimonio.

A dicha conclusión llegaron sociólogos de la Universidad de Michigan, en un estudio financiado por el Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos y publicado recientemente en el Journal of Health and Social Behaviour.

Los investigadores analizaron por más de cinco años la información de mil 200 hombres y mujeres casados, quienes diligenciaron encuestas sobre el estado de sus matrimonios. Hicieron también pruebas de laboratorio y recolectaron datos sobre la salud de su corazón, incluyendo accidentes cerebrovasculares, presión alta y ataques cardíacos.

Aunque es sabido que a medida que la gente envejece el sistema inmune se deteriora y aumentan los riesgos de problemas cardíacos, la investigación permitió establecer que, cuando hay malas relaciones, el desgaste para la salud se dispara.

Claudia Carolina Botero García, profesora de la facultad de psicología de la Universidad Javeriana, asegura que existe evidencia de que los conflictos de pareja pueden afectar de manera significativa la salud de la gente.

“El estrés de una mala relación, si se vuelve crónico, puede derivar en efectos sobre el corazón, la digestión y las migrañas”, agrega la psicóloga.

El psiquiatra Jorge Forero, presidente del Instituto para el Desarrollo de la Salud Emocional, dice que el infarto agudo de miocardio es una posibilidad que se vuelve más común en las mujeres después de la menopausia -porque las hormonas son las encargadas de que las arterias estén blindadas contra la aparición de placas de colesterol-. Y eso, sumado a relaciones conflictivas, aumenta los riesgos.

Además, las mujeres en malas relaciones, asegura el psiquiatra, tienen mayor posibilidad de sufrir ansiedad y depresión, lo cual es motor de otras enfermedades.

“Las dificultades emocionales hacen que los pacientes produzcan más ácido clorhídrico en el estómago y esto desemboque en gastritis y hasta úlceras”, sostiene Forero.

Olga Albornoz, expresidenta de la Asociación Colombiana de Psiquiatría, asegura que durante su consulta ha visto a muchas mujeres con problemas matrimoniales que caen en una dolorosa y enfermiza depresión.

“Muchos estudios han demostrado que las personas deprimidas tienen menos resistencia a los gérmenes, suelen estar más inmunosuprimidas y también expuestas a enfermedades cardiacas y gástricas. De hecho, muchas dolencias son depresiones enmarcadas en problemas físicos”, cuenta Albornoz.

Costumbre, un enemigo

Los efectos nocivos de las relaciones tormentosas, muchas veces, no son detectados conscientemente por las mujeres, que simplemente llegan a creer que así es la vida, porque lo han vivido mucho tiempo, creando una cierta dependencia de la situación.

“Una mujer debe darse cuenta de que es feliz con su pareja porque cuando lo mira solo la unen las ganas de estar ahí y el gusto de vivir en esa relación. Cuando empieza a buscar otras razones para estar juntos puede ser que en realidad no quiere quedarse con esa persona”, sugiere Albornoz.

Si ese es el caso, la psiquiatra prefiere que la gente eche mano del dicho aquel según el cual “es mejor estar solo que mal acompañado”, porque entregar la tranquilidad a cambio de compañía es desgastante y malsano.

Botero cree que, a diferencia de una mala relación, una soledad bien manejada no conlleva desórdenes físicos ni psicológicos. “Una relación dañina, en cambio, además de lo mencionado, puede causar depresión, ansiedad, agresión de pareja y problemas psicológicos en los hijos”, añade.

Según la psicóloga de la Javeriana, mantener una relación que no aporta puede impactar en malos hábitos de alimentación, de ejercicio y hasta aumentar el consumo de tranquilizantes o bebidas alcohólicas.