¿Transgénicos orgánicos con certificación industrial?

En el año 2011 el Presidente Piñera, tras negociaciones iniciadas por la ex Presidenta Bachelet, firmó el Acta 91 de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), dejando atrás el Acta 78 que había sido firmada el año 1996. La principal diferencia entre estas dos actas es que en el Acta 78 se protege la propiedad intelectual sobre la semilla y la planta; en cambio, en el Acta 91 se protege, además de la semilla y la planta, el fruto. En otras palabras, deja a los agricultores sin posibilidad de guardar semillas para una próxima siembra, quedando así obligados a comprar nuevamente al dueño de éstas. Los senadores deberían votar pronto si se cambiará o no la Ley 19.342 que regula los derechos de obtentores de nuevas variedades vegetales adaptándola al Acta 91, traje a la medida de Monsanto y de las transnacionales productoras de semillas híbridas y transgénicas.

En abril de 2008 expertos de la ONU anunciaron formalmente que los cultivos transgénicos no son una solución al hambre y la pobreza en el mundo. El mundo ya produce bastante alimentos para que todas las personas puedan comer, pero los recursos no son repartidos de manera justa. Según Olivier De Schutter, representante de la ONU, los sistemas de alimentación de tipo industrial tienen un costo ambiental y social que amenaza la seguridad alimentaria (muerte de productores por intoxicaciones con pesticidas, suicidios de agricultores endeudados, pérdida de millones de puestos de trabajo en zonas rurales). De acuerdo a De Schutter, la única agricultura sustentable para la humanidad y el planeta es la agroecología. Pero, ¿qué es la agroecología?

La agroecología es a la vez una ciencia y un conjunto de prácticas que permiten llegar a: (1) una agricultura respetuosa del medio ambiente, teniendo en cuenta todo el agroecosistema y no sólo la parte cultivada; (2) un equilibrio entre las comunidades humanas y la naturaleza; (3) la reducción de las externalidades negativas mediante el reciclaje, compostaje y uso de energías renovables; (4) una valorización de los mercados y conocimientos locales; y (5) una mayor autonomía y seguridad alimentaria debido a la diversificación (pluriactividad, más especies y recursos genéticos).

Cabe destacar que la agroecología no se debe confundir con la agricultura orgánica, ya que ésta última es un sistema de producción agrícola que privilegia las prácticas de prevención y de manejo respetando el medio ambiente, y que excluye el uso de productos químicos de síntesis y de OGM, obedeciendo a normas de certificación. Si bien están estrechamente relacionados, la agroecología y la agricultura orgánica no son lo mismo y no siempre van de la mano. En pocas palabras, cualquier productor orgánico puede obtener la certificación orgánica aunque esté explotando a sus trabajadores.

En este sentido, hay dos elementos que diferencian la agricultura convencional y la agricultura orgánica “simple” de la agroecología: el primero es la preocupación por los impactos sociales, económicos y ambientales; el segundo es el alto nivel de experticia que debe tener el agricultor. La agroecología implica entonces un alto conocimiento y experiencia por parte de los agricultores. De manera lógica, la agricultura orgánica se debería siempre inscribir en un proyecto global y holístico de agroecología que esté agronómica, ecológica, política, económica, ética y socialmente diseñado.

La agroecología se está desarrollando fuertemente en muchos países. En Brasil, por ejemplo, los productores y consumidores se asociaron y se han movilizado para desarrollar la agroecología en el mercado nacional y hoy en día el gobierno brasileño apoya el fomento de la agroecología.

En Chile, lo poco de producción orgánica que existe (14.660 hectáreas de cultivos y viñas), en su mayor parte no cuadra con un sistema de agroecología ya que se produce de acuerdo a un modelo industrial, principalmente para exportación. Es difícil encontrar productos orgánicos certificados en el mercado nacional, y lo que se puede encontrar viene de iniciativas puntuales, sin mucha coordinación. No obstante, existe un gran potencial para el desarrollo de la agroecología orientada al mercado interno. Chile ha sido protegido de muchas plagas agrícolas, y esto es una enorme ventaja. Sin embargo, para fomentar el desarrollo de la agroecología en Chile será necesario implementar sistemas de información dirigidos al público consumidor y a los productores.