Posicionamiento en el marco del día nacional del maíz

Por Campaña Nacional sin Maíz no hay País, 29 de septiembre de 2014

El 29 de septiembre es un día de fiesta para los pueblos de México; es la fecha en que comienzan las cosechas de las bondades de la Madre Tierra. Es el tiempo del compartir, celebrar y reunirse para homenajear a los alimentos y los bienes que cultivamos.

Por eso estamos hoy aquí. En torno al tiempo de la buena vida, la tierra, el agua, la milpa, la justicia, el profundo amor y la lucha compartida. Hoy más que nunca sabemos de la importancia de revertir los tiempos del despojo, y de llenar nuestros territorios de buenos tiempos y esperanza.

¡Celebramos, por sexto año ininterrumpido, a nuestro maíz, nuestra milpa, nuestros territorios, y a nuestras mujeres y hombres, indígenas y campesinos!

Con esta celebración, llamamos a poner a México en nuestras bocas, a sembrar paz, y defender nuestros derechos, en especial el derecho humano a una alimentación, sana, suficiente, adecuada y de calidad. ¡Ahora es cuando!

Exigimos también el cese del despojo, y denunciamos los intentos para perpetuar y legalizar la lógica extractivista y mercantilista del actual sistema imperante en nuestro país: los de arriba quieren que todo se convierta en mercancía, que todo sea cosificado y desechado, que todo tenga un precio, hasta la vida misma.

Los tiempos del actual gobierno, del nuevo sexenio, son tiempos de violencia, despojo y pillaje contra los pueblos de México y contra sus bienes comunes. La prueba de ello, son las recientes reformas estructurales impulsadas por el actual régimen. Pretenden “mover” a México, pero realidad quieren despojarlo, venderlo y pauperizarlo hasta llegar a un paisaje de tierra arrasada sembrado con violencia. Asimismo, encarcelan a las voces disidentes del pueblo por defender sus tierras, sus campos, el agua y la vida. Por ello es que hoy clausuramos simbólicamente al Palacio Nacional, con la flor de pericón, como se hace en varias regiones que adornan las milpas con cruces de esta flor para proteger la cosecha. Así se acostumbra por ejemplo, en la región centro-Montaña de Guerrero para ahuyentar al Mayantle, que es el hambre o hambruna causada por la pérdida de cosecha.

Destacamos que el despojo de tierras que están realizando en Atenco da cuenta de la política devastadora que pretende despojarnos de la tierra, en este caso, para construir un aeropuerto sobre terrenos de cultivo que rodean la ciudad de México y sobre un área que es un vaso regulador de la Cuenca, que hace poco tiempo fue lago. Expertos han señalado la inviabilidad de la construcción de un aeropuerto en tierras que se hunden y se anegan.

Desde el arribo a la Presidencia del “nuevo gobierno”, hemos atestiguado la cadena interminable de tropelías y descaradas legalizaciones de la violencia, del enriquecimiento de unos cuantos, del favorecimiento a grandes empresas transnacionales que buscan la ganancia sin importar los costos al medio ambiente, con la amenaza sobre los bienes comunes.

Para nuestra alegría y júbilo, y frente a esta violencia del régimen, la confluencia de luchas, organizaciones, y movimientos sociales es cada vez más grande. Fluye entre las personas, comunidades y colectivos la decidida intención de defenderse: “Si los poderosos vienen por todo, entonces nos defenderemos todas y todos”.

La solidaridad, la esperanza y la organización social se palpan en las cientos de experiencias de defensa de los territorios en nuestro país, y en toda América Latina. Ahora que pretenden legalizar y accionar la ocupación de nuestras tierras, y quieren sustituir la producción de alimentos campesinos por producción de energéticos, los pueblos se convierten en el epicentro de las defensas y las alternativas. Son los pueblos y comunidades de México, como siempre lo han sido, los protagonistas de la transformación que necesitamos en medio de una evidente crisis de civilización.

Para muchas personas que estamos aquí reunidas, la defensa del maíz, de la milpa, de nuestros territorios significa un arduo esfuerzo, pero sobre todo el verdadero movimiento que México necesita, que nos acarrea vida, justicia y una buena alimentación, nutrición y salud. Si las empresas pretenden mercantilizarnos, nosotros buscaremos compartir en el trabajo colectivo; reapropiándonos de nuestros territorios y respetando a la madre tierra. Frente a la ocupación de la tierra, la privatización del agua, la imposición de alimentos industrializados, insuficientes y de mala calidad y la violencia estructural, urge la organización y autogestión. Nuestras autonomías son posibles, aún en medio de la debacle. Nuestras luchas son necesarias y apremia ampliarlas, expandirlas, compartirlas y celebrarlas.