Panorama de los plaguicidas en México

Aunque esto varía según el cultivo, conforme a Semarnat, actualmente los plaguicidas de mayor uso son los herbicidas, los cuales ocupan los lu- gares 1, 2, 4 y 7 de los 9 plaguicidas de mayor venta. Entre los insecticidas, los más usados son los organofosforados, en especial, paratión metílico, metamidofós y malatión.

En las zonas noroeste y centro (Sinaloa, Sonora, Chihuahua, Baja California, Guanajuato y Jalisco) se consumen cantidades importantes de plaguicidas de todo tipo para producir granos y una gran variedad de hortalizas de exportación como tomate, cucurbitáceas y chile.

En las zonas cañeras se aplican grandes cantidades de herbicidas e insecticidas, las zonas de plátano consumen principalmente fungicidas, para el maíz se aplican sobre todo herbicidas y, en la zona de Villa Guerrero, estado de México, se utilizan cantidades importantes de diversos plaguicidas para la producción de flores de ornanto.

Riesgos para los trabajadores

Prácticamente no hay un agricultor en México que no use uno o más tipos de plaguicidas, usualmente en un contexto de falta de información y de asesoría técnica y con medidas de protección insuficientes o inadecuadas, cuando las hay.

En la agricultura mexicana de exportación se tuvieron que realizar cambios para que sus productos siguieran siendo competitivos y aceptados en otros países, pero estos cambios, en especial la sustitución de plaguicidas persistentes por no persistentes, pero de alta toxicidad aguda, generaron un mayor riesgo inmediato para los jornaleros.

Panorama de los plaguicidas

Los  beneficios reales fueron: en México, para los grandes agricultores dedicados a los cultivos de exportación; en Estados Unidos, para los consumidores de alimentos producidos en México y, en el mundo, para las multinacionales fabricantes de plaguicidas.

De hecho, en el país la gran mayoría de los plaguicidas se han usado para cultivos de exportación y no alimentarios, como algodón y tabaco, por lo que no contribuyeron a producir alimentos más baratos y, en lugar de que la pobreza rural disminuyera, la Revolución Verde causó su aumento.

Inicialmente, todos los plaguicidas sintéticos se importaban en el país pero, poco a poco, se fue obteniendo la tecnología para fabricar los más sencillos. El gobierno mexicano llegó a tener una industria muy fuerte de plaguicidas, aunque estaba especializada en insecticidas organoclorados –la mayoría de los cuales ya habían sido prohibidos en los países desarrollados–, y organofosforados de primera genera- ción que iban por el mismo camino.

Producción e importación

En México existen 275 empresas nacionales e internacionales que importan, formulan o fabrican plaguicidas.

La industria propiamente nacional está formada por empresas relativamente pequeñas, la mayoría de cuyos productos son plaguicidas que ya están fuera de patente, o en vías de desaparecer del mercado mundial por sus graves riesgos, mientras las compañías multinacionales dominan más del 80% del mercado, en especial

Por eso, un escritor estadounidense dijo: “En México, la salud de los trabajadores ha sido subordinada a la salud de los tomates”. O sea, para proteger a los consumidores de Estados Unidos y cumplir con los requisitos de ese país para los alimentos que importa se puso en riesgo grave a los jornaleros y los consumidores mexicanos.

Contribuyen a este mayor riesgo las elevadas tasas de analfabetismo y el bajo nivel educativo que prevalecen en el medio rural, lo que impide que los jornaleros se informen directamente de los riesgos a los que los expone su trabajo. Por otro lado, muchas veces estos trabajadores son migratorios, carecen de seguridad social o la tienen sólo cuando trabajan, lo que dificulta que se identifiquen y documenten los síntomas tardíos de las intoxicaciones.

Aunque en el cultivo de maíz se usan cantidades importantes de plaguicidas, tomando en cuenta la superficie dedicada a éste en comparación con la de otros cultivos, se encuentra que la relación plaguicidas/ha es mayor para las hortalizas (aproximadamente 35 kg/ha), que para el maíz (aproximadamente 3.5 kg/ha).

Aunque habría que tomar en cuenta el tipo de plaguicidas que se usan en uno y otro caso, esta diferencia en las relaciones significa que la exposición y el riesgo de quienes trabajan en los cultivos de hortalizas puede ser hasta 10 veces más que para los que cultivan maíz.

Otros riesgos

Otro problema, que también plantea un importante riesgo ambiental y de salud, es el de los envases vacíos de plaguicidas; algunos datos indican que el total de estos envases puede ser de hasta unas 7 mil toneladas anuales, la gran mayoría de las cuales queda dispersa en los campos y es fuente de riesgo ambiental y de salud.