Monsanto se encuentra con la horma de su zapato en el lugar de nacimiento del maíz

A simple vista, el norte de México no se ve como un centro de diversidad. Está dominado por gigantescas granjas de irrigación que podrían estar en Iowa. Estas granjas usan semillas de maíz blanco híbrido desarrollado, ya sea por criadores de maíz nacionales o multinacionales extranjeras. Sus altos rendimientos dan una ganancia significativa de maíz para el consumo humano directo, lo que implica un total de más de 20 millones de toneladas al año. Alrededor de 10 millones de toneladas adicionales vienen de los Estados Unidos cada año, pero casi todo es maíz amarillo genéticamente modificado.

El maíz blanco industrializado de México es el mercado que Monsanto quiere, aunque los campos de prueba han estado limitados a las variedades amarillas. México es uno de los productores y consumidores de maíz blanco más grandes del mundo. En una entrevista en la sede de Asuntos Corporativos de Latinoamérica en la Ciudad de México, Jaime Mijares Noriega, Director de la empresa fue sorprendentemente franco. “Para que la penetración de los cultivos biotecnológicos sea exitosa, tendrá que ser en ambos, tanto en el maíz blanco como en el amarillo,” dijo. “Si sólo fuera el amarillo, no estaríamos invirtiendo.”

Yo estaba sorprendido. ¿No se tendrían que rebelar en masa los mexicanos ante el prospecto de que las compañías biotecnológicas estuvieran planeando poner maíz GM en sus amadas tortillas y tamales? Le pregunté si no pensaba que sería más difícil de vender, ya que hasta los consumidores en los Estados Unidos son escépticos de consumir directamente maíz GM. Él reconoció que “tomaría un poco de tiempo.”

Desestimó las preocupaciones sobre el flujo genético, diciendo que sus pruebas de campo han mostrado una polinización mínima a 25 metros del campo.

Eso no es suficiente para José Sarukhán, director de CONABIO. El flujo genético es el flujo genético y una vez que una planta está contaminada con polen de maíz GM entonces polinizará a otras plantas. Sarukhán dijo que los investigadores de la CONABIO encontraron un número sorprendente de variedades nativas en el norte de México, precisamente en regiones donde los cultivos GM fueron autorizados. Sarukhán me dijo que la fuerte presencia de semillas nativas en el norte lo hizo volver a pensar su apoyo previo para las pruebas de maíz GM limitadas en esos estados.

De acuerdo a Antonio Serratos, un investigador relacionado con el reciente estudio del maíz de la CONABIO, el país entero debería de ser considerado un centro de origen. “No puedes simplemente aislar a las comunidades donde encuentras maíz nativo,” dijo.

Serratos también me recordó que la forma con mayor impregnación del flujo genético no es el polen en el viento, son los granos de maíz en los bolsillos de las personas. Los campesinos son experimentadores incansables, probando cada tipo de maíz en el que pueden poner sus manos encima ya sea genéticamente modificado o no. Ellos asumen que no es. Si lo plantan, su polen inundará a las plantas vecinas.

Esto es precisamente lo que pasó en el estado del sur Oaxaca en 2002, cuando un agricultor al parecer tomó granos de maíz de una distribución de alimentos, que contenía maíz GM y los plantó en sus campos. Serratos dice que este tipo de contaminación ya era prevalente en México, aun antes de las recientes pruebas de campo GM. Su propio estudio descubrió una diversidad sorprendentemente rica de maíz dentro de las fronteras de la misma ciudad de México. Pero también encontró contaminación transgénica.

“Estamos creando algo nuevo: maíz transgénico nativo,” advierte.

Le pregunte a los funcionarios de Monsanto cómo esperaban controlar esta forma de mayor impregnación de flujo genético. “No podemos asegurar realmente cómo son transportados los granos y dónde acaban,” dijo Oscar Heredia, director de Asuntos Regulatorios Agronómicos de la compañía.

Para Sarukhán de la CONABIO, este fue el colmo. “No creo que este país tiene la capacidad – ni la voluntad – para regular al maíz transgénico,” dijo.

La introducción puso un alto a la expansión del maíz transgénico, por ahora. Monsanto y otras compañías biotecnológicas se han unido a los departamentos de agricultura y ambiente de México para presentar una tormenta de desafíos legales, ya van 62 apelaciones y quejas legales. Hasta ahora, el sistema judicial notoriamente corrupto de México se ha negado a cancelar la medida precautoria. Los observadores esperan que los procedimientos legales se tarden un año o dos en resolver.