Monsanto se encuentra con la horma de su zapato en el lugar de nacimiento del maíz

Por Timothy A. Wise. Triple Crisis, 12 de mayo de 2014, Traducción de Mariana Escalante, Vía Orgánica A.C.

El 21 de abril, un juez mexicano asestó un duro golpe a los esfuerzos del gigante agrícola Monsanto y a otras compañías biotecnológicas por abrir al país al cultivo comercial de maíz genéticamente modificado (GM). El mandato confirmó la medida cautelar emitida en octubre pasado para poner un alto a los cultivos de prueba o comercial de la cosecha, citando “el riesgo de daño inminente al ambiente.”

En un merecido homenaje al surrealismo mexicano, Monsanto ha acusado al juez que confirmó la medida precautoria de no ser “imparcial.” No sé si el juez que preside sonrió cuando desestimó la queja de Monsanto, pero yo sí.

Acababa de llegar a México para enterarme de la controversia GM y me di cuenta que iba a ser toda una visita.

La medida precautoria original se dictó en octubre pasado, como resultado de una demanda de acción colectiva presentada por 53 ciudadanos demandantes incluyendo agricultores, ambientalistas y consumidores. Ellos aseguran que la aprobación por parte del gobierno mexicano de los permisos para plantar maíz genéticamente modificado, violó las leyes del país de garantizar la protección de las variedades nativas.

El caso legal es complejo, pero el problema central no podría ser más simple.

México ha sido reconocido como el “centro de origen” del maíz y es hogar de diversas semillas de cultivo. Cada una de estas cepas centrales – conocidas como variedades locales evolucionaron durante miles de años en México para adaptarse a las condiciones ambientales locales y a los gustos y deseos humanos. Cada variedad local ha evolucionado cada vez más, conformando una rica colección de variedades locales.

El suroeste y el centro de México han sido conocidos por mucho tiempo como los hogares de la biodiversidad del maíz. Cada año, comunidades indígenas han seleccionado sus mejores semillas para plantar el siguiente ciclo de cultivo. Ese proceso simple y el intercambio libre de semillas con otros agricultores, ha producido la compleja diversidad que hoy encontramos.

Un estudio reciente de la Comisión Nacional de México para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) identificó 65 variedades locales de maíz en el país, incluyendo varias que nunca antes habían sido catalogadas. De estas 65 variedades locales confirmadas, el estudio de la CONABIO identificó a más de 22,000 diferentes variedades de maíz en México.

Los expertos temen que si el maíz genéticamente modificado se añade a la mezcla, podría polinizar variedades nativas y socavar la integridad genética de las cosechas. Esto no sólo es una cuestión de conservación. Estas variedades de maíz son la base viviente que evoluciona para el cultivo de plantas moderno, un recurso usado por los cultivadores de maíz convencionales (y cultivadores GM como Monsanto), cuando buscan crear variedades híbridas que puedan aumentar los rendimientos, resistir sequías o impulsar adaptaciones útiles a los cambios climáticos y a los ambientes de cultivo.

Las variedades nativas son de tan alto valor que las muestras están almacenadas en lugares ultra-seguros en varios lugares del mundo, en caso de una catástrofe.

Para la gente de Estados Unidos – que tienden a sólo conocer al maíz dulce en la mazorca y al maíz amarillo (no apto para el consumo humano) que alimenta a nuestros animales y a través del etanol, a nuestros coches – esta diversidad es sorprendente. Una variedad mexicana, por ejemplo, es usada casi exclusivamente para el pozole, una sopa ligeramente especiada con grandes granos de maíz blanco enteros. Otros son usados para tamales locales, que pueden ser encontrados en el país. Muchos son usados para un arcoíris de tortillas – blanco, azul, verde y rojo.

La ley mexicana reconoce su diversidad. Su ley de bioseguridad, aprobada en 2005 incluye una protección especial para el maíz. El maíz GM, estipula la ley, no se sembrará en proximidad a ninguna área conocida como “centro de origen”. Sin una definición legal de este término, el gobierno mexicano aprobó en 2009 varias peticiones de compañías biotecnológicas, para empezar experimentos de pruebas en seis estados del norte donde la diversidad del maíz fue considerada despreciable. El gobierno estaba listo para aprobar el cultivo comercial a gran escala del maíz transgénico en esa zona, cuando el mandato judicial detuvo todos los permisos GM.