Mezcla de biodiésel de origen animal y diésel, una opción con beneficio ambiental

Por Boletín UNAM-DGCS-481, agosto de 2014

En algunos países se ha promovido el uso de biodiésel en vehículos como alternativa para mitigar la contaminación, pues su alto contenido de oxígeno proporciona mayor eficiencia en la combustión, no contiene azufre ni hidrocarburos aromáticos y no es tóxico, dijo Brenda Líz Valle Hernández, del posgrado en Ciencias de la Tierra • La combustión de vehículos a diésel es una de las principales fuentes de emisión de partículas con propiedades mutagénicas a la atmósfera

La introducción de biodiésel de origen animal en el sector transporte es una opción que permite reducir las emisiones de algunos compuestos cancerígenos al ambiente, indicó Brenda Líz Valle Hernández, del posgrado en Ciencias de la Tierra.

La combustión de vehículos a diésel es una de las principales fuentes de emisión de partículas a la atmósfera, que contienen hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAPs) y sus nitro derivados (nitro-HAPs), algunos con propiedades mutagénicas y carcinogénicas.

Al presentar algunos resultados de su tesis doctoral denominada “Cuantificación de hidrocarburos aromáticos policíclicos y sus nitro derivados en partículas emitidas por la combustión de diésel y biodiésel en el sector transporte”, la universitaria indicó que en 2013 la International Agency for Research on Cancer clasificó a la contaminación del aire como carcinogénica para humanos (Grupo 1).

Ello ha traído preocupaciones en las grandes zonas urbanas como la Ciudad de México, pues concentran grandes poblaciones que demandan cantidades considerables de combustibles fósiles, con la consecuente emisión de contaminantes a la atmósfera, sobre todo los que genera el transporte.

En el país, 90 por ciento de la energía se produce mediante el uso de combustibles fósiles: 61 por ciento de ésta la consume el transporte, 23 por ciento la industria y el resto el sector residencial y de comercio –según reportó el Inventario de Emisiones 2010–; las principales fuentes de gases (CO, NOX) y partículas (PM2.5, partículas torácicas, con un diámetro menor a 2.5 micrómetros) fueron los automóviles.

Ese mismo año en la zona metropolitana de la Ciudad de México se reportaron más de cinco millones de automotores particulares, públicos, escolares y tractocamiones, entre otros, que contribuyeron con un 85 por ciento, en promedio, de emisiones de gases y partículas.

En el auditorio del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM, destacó que el principal combustible que se consume en esta urbe es la gasolina Magna, en un 69 por ciento; le sigue el diésel Pemex, con 20 por ciento; la gasolina Premium y el gas licuado de petróleo se utilizan en menor medida.

Aunque la Magna es el combustible más empleado, 12 por ciento de los vehículos que lo utilizan, así como 32 por ciento de las unidades que funcionan con diésel, tienen más de 20 años de antigüedad y carecen de sistema de reducción de emisiones, lo que genera mayor cantidad de contaminantes que los autos con algún sistema de control de emisiones y un mantenimiento adecuado.

En ese contexto, planteó que las emisiones de motores a diésel son consideradas contaminantes tóxicos del aire y cancerígenas para humanos, pues incluyen más de 40 sustancias clasificadas como peligrosas por la EPA (United States Environmental Protection Agency), 15 de ellas son consideradas como probables o cancerígenas para humanos, y dentro de éstas se encuentran los HAPs y los nitro-HAPs.

Los nitro-HAPs, abundó, llegan a ser 10 veces más carcinogénicos que los mismos HAPs, de ahí la importancia de su estudio.

Ambos son emitidos principalmente por fuentes antropogénicas –agricultura, industria, humo de tabaco y refinerías, entre otras–; sin embargo, la principal es la combustión de gasolina y diésel. Por otra parte, los nitro-HAPs también se emiten mediante reacciones entre HAPs y algunos radicales presentes en el ambiente. Por ello se ha buscado una alternativa para el uso de diésel que contribuya a mitigar la contaminación.

En algunos países la alternativa fue el uso de biodiésel –de origen animal, vegetal o a partir de aceites reciclados de cocina–, pues su alto contenido de oxígeno proporciona mayor eficiencia en la combustión, no contiene azufre ni hidrocarburos aromáticos y no es tóxico.

Algunas desventajas son la disminución del desempeño del motor, porque es un poco más viscoso que el diésel, corroe en forma mínima el cobre, incrementa el consumo del combustible hasta en un cinco por ciento –según la mezcla que se utilice– y aún tiene un alto costo en comparación con la generación de diésel, debido a que no se ha introducido en el mercado.