La agricultura campesina como solución (y no causa) de la migración juvenil

Por Tobias Roberts, Rebelión, agosto de 2014

Un esfuerzo que intenta frenar la migración de jóvenes centroamericanos hacia el Norte a través de apoyar a la agricultura campesina es un proyecto aparentemente desacertado, ingenuo y tal vez hasta algo irracional. El fenómeno de la migración juvenil centroamericano de hoy en día capta los titulares de noticieros alrededor del mundo. ¿Por qué se intentaría frenar la migración con algo que supuestamente es su causa? ¿Habrá jóvenes centroamericanos que todavía quieren ser agricultores?

Estas preguntas surgieron desde hace unos años cuando una red de jóvenes de la etnia Maya-Ixil del altiplano guatemalteco comenzó a preguntar por qué tantos jóvenes de sus comunidades se iban hacia “el Norte.” A pesar de todos los gritos y recriminaciones que culpaban a la agricultura campesina por el aumento drástico de la migración juvenil, la red de jóvenes “Chemol Txumb´al” (Tejiendo Pensamiento) no se dejó convencer tan de carrera. Al contrario de lo que afirmaban como verdad absoluta y contundente las escuelas, las iglesias, organizaciones del gobierno e instituciones de desarrollo privado, la Red de Jóvenes Ixiles no se ensordeció a las voces, a veces tímidas y sutiles, que brotaban entre la milpa de muchos jóvenes Ixiles campesinos. Una de esas voces pertenece a Juan Carlos, un joven de 27 años de la aldea Tzalb´al, en el municipio de Nebaj.

Como muchos jóvenes, Juan Carlos Brito se fue a los Estados Unidos a los 15 años. Para irse tuvo que vender los logros que había acumulado a través de años de trabajo como campesino al lado de sus abuelos. Las ovejas de su rebaño fueron vendidas una por una, logró juntar el dinero que pedía el coyote, fue al norte, trabajó, ahorró, y eventualmente regresó por decisión propia. Siete años después de haber regresado, Juan Carlos añora la vida campesina que había construido antes de sacrificar tanto para irse al norte.

“Yo conozco a muchos amigos (que se fueron con él al Norte) que han vuelto a ir allá,” cuenta Juan Carlos. “Ellos tal vez se acostumbraron a la vida allá y no se conforman con la vida aquí. Pero cuando yo vine hace 7 años, regresé decidido a vivir la vida campesina. Recuerdo todavía como vivíamos antes con nuestras ovejas y milpa, y a veces me pregunto por qué me fui. La vida era buena entonces y quiero recuperar esa vida,” añade con una mirada nostálgica.

Juan Carlos ha decidido apostar su suerte sobre los recuerdos todavía tangibles y palpables de un pasado campesino en vez de confiar ciegamente en un futuro incierto que ofrece la migración. Y voces como la suya no son únicas. Al encontrar cada vez más jóvenes que compartían esa mentalidad y que deseaban poder vivir bien como campesinos arraigados con la tierra y con la comunidad, la red de jóvenes comenzó a preguntarse: “¿Por qué no se han ido?”

David Stoll, antropólogo estadounidense que ha escrito varios libros sobre el pueblo Ixil, estima que casi 20% de la población masculina joven del pueblo Ixil ha migrado fuera de la región. Uno de cada cinco jóvenes ixiles (y tal vez más), ya no consideran que pueden vivir bien de la forma de vida ancestral de su pueblo (la agricultura campesina) y prefieren asumir los riesgos muy conocidos de cruzar un desierto en búsqueda de otra vida mejor. En los últimos meses con el aumento de las detenciones de menores de edad en la frontera, las historias de estos jóvenes se han recibido mucha atención internacional.

Aunque la Red de Jóvenes respeta la decisión que toma estos jóvenes de nuestras comunidades y se solidariza con la violencia e injustica que muchos sufren en el camino migratorio, también se pregunta por qué nadie se interesa por las historias del 80% de jóvenes ixiles que deciden quedar en sus comunidades; muchos como pequeños campesinos. Tal vez la vida campesina no es suficientemente sensacional y estridente para alcanzar la atención de la prensa (muchas veces amarillista) que se esmera en encontrar historias que conmocionan. Tal vez las historias campesinas son menos rimbombantes y por eso alcanzarán menos “Me gusta” en el Facebook. A pesar de todo eso, la Red de Jóvenes Ixiles considera que las historias de los jóvenes que toman la decisión de quedarse ocultos bajo la milpa de sus comunidades merecen la pena contar.