El TLCAN y el maíz: una reflexión a 20 años*

A partir de 2000 se hizo uso de los subsidios de Aserca en apoyo a la comercialización de básicos. Primero el programa de Ingreso Objetivo, a fin de garantizar un ingreso mínimo a los agricultores en relación con los precios internacionales (que entonces tendían a la baja). Ente 2000 y 2005, los productores maiceros de Sinaloa recibieron en promedio 68 por ciento del presupuesto, mientras que sólo aportaron el 17 por ciento de la producción. Cuando los precios internacionales se incrementaron a partir de 2006, y el subsidio al Ingreso Objetivo no era necesario, Aserca no abandonó al grupo empresarial. Con el “objetivo” de facilitar a éste operar en un mercado incierto, se activaron programas diseñados para darle condiciones de seguridad y cubrir riesgos a futuro. Los programas Cobertura de Precios, Agricultura por Contrato y Compras Anticipadas sustituyeron al programa Ingreso Objetivo. El presupuesto de estos programas a partir de 2007 llegó a montos casi equivalentes al que había tenido Ingreso Objetivo. Igualmente, en el caso del maíz benefició a los grandes agricultores y a los agentes comercializadoras, así como a los compradores directos de la industria de harina de maíz.

Si se considera que sólo 0.3 por ciento de los productores del país son empresariales dinámicos (con el estrato empresariales pujantes alcanzan 8.7 por ciento); que dos empresas harineras concentran más de 90 por ciento de la producción de harina, siendo Maseca la principal; que la industria de tortilla de nixtamal utiliza la harina en crecientes cantidades para la elaboración de la tortilla “tradicional”, y que Cargill y otras comercializadoras trasnacionales se han posicionado en el mercado nacional, el resultado de las dos décadas recientes indica que la cadena maíz y la tortilla se ha globalizado y es un negocio tan redondo como la tortilla.

Hoy día, el régimen alimentario mexicano basado en el maíz es corporativo, concentrado en muy pocos y muy poderosos agentes trasnacionales, de origen mexicano y estadounidense. El costo económico, social y político para la población y su seguridad alimentaria es muy preocupante. El alza de precios de los alimentos desde 2008 señala la vulnerabilidad ante la dependencia alimentaria del exterior.

La crisis del campo; la falta de capacidad de respuesta de los pequeños y medianos productores frente a los incentivos del mercado, el poco interés por parte de la política pública para apoyar la producción de maíz en estos sectores y el poder de las corporaciones delinean un futuro –ya presente- poco alentador. A esto se suman los dos grandes retos sobresalientes en la agenda “global”: el cambio climático y el abasto futuro de alimentos de la población mundial con base en una agricultura sustentable. En los años recientes, los efectos desastrosos del clima han mostrado la vulnerabilidad del abasto de maíz dependiente de los campos de Sinaloa, e inclusive de Estados Unidos, donde el medio oeste sufrió severas sequías en 2012.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha declarado que 2014 será el año de la “pequeña agricultura familiar”. Representa un cambio de enfoque en la agenda internacional, que comenzó con la crisis de 2008. ¿Hasta cuándo el gobierno mexicano va a ignorar la indiscutible necesidad de instrumentar una política de seguridad alimentaria que atienda los problemas globales referentes al clima y el ambiente, a la desnutrición y malnutrición de parte de la población mexicana y a la exclusión de la población rural que tiene la capacidad de producir alimentos “seguros y nutritivos y que satisfacen sus preferencias alimentarias”? ¿Cuándo la población mexicana urbana podrá tener acceso a una tortilla nixtamalizada con maíz criollo, en vez de la corporativa-industrial?

La sociedad civil organizada muestra una fuerza creciente y con importantes avances, como muestra la lucha contra la siembra de transgénicos, por un lado y el logro del derecho a la alimentación a nivel constitucional, por otro. El reto enorme es ejercer y materializar este derecho por parte de la población, en todos sus frentes.

*Para la historia de las negociaciones sobre el capítulo agropecuario desde una perspectiva de los actores, ver el excelente trabajo de Lasala, Narayani, El acuerdo maicero que suscribió México con Estados Unidos en el TLCAN. Tesis de Maestría, Centro de Estudios Internacionales, El Colegio de México, 2003.