El sistema de cultivo norteamericano se debilita por los transgénicos y el monocultivo

Una disminución en la biodiversidad es consistente con la disminución de los rendimientos en la última década, más o menos, con fenómenos adversos, tales como altas temperaturas y sequía. Las predicciones de los rendimientos para el maíz y la soja para 2012 son las más bajas desde 2003.

Con esta preocupante tendencia en la disminución de los rendimientos se produce un aumento de la dependencia mundial en el consumo de calorías procedentes de los cereales. Aunque en el mundo se producen más calorías procedentes de los alimentos que en 1970, la proporción de calorías derivadas del maíz aumentó un 4% en 1970, frente al 5% de 2007. Esta fuerte dependencia hacia un cultivo muestra la gran inestabilidad y la falta de sostenibilidad debido a estrés por factores bióticos y abióticos.

Esto supone un claro contraste con los avances agroecológicos realizados sobre la base de una mayor diversidad en los cultivos de arroz, con menor uso de plaguicidas y mayores ingresos de los agricultores. La alternancia del cultivo del maíz y el tabaco, el maíz con la caña de azúcar, el maíz con las patatas y trigo con habas, ha demostrado que aumenta los rendimientos de al menos uno de los cultivos, o incluso los rendimientos globales, así como la reducción en las plagas (3).

Mayor uso de plaguicidas en los Estados Unidos

El uso de plaguicidas ha aumentado en su conjunto desde que aparecieron los cultivos transgénicos (véase [4] Study Confirms GM Crops Increase Pesticide Use, SiS 56), en gran parte debido a que se ha introducido los cultivos transgénicos tolerantes al herbicida Roundup de Monsanto.

El uso de insecticidas ha disminuido ligeramente, pero este resultado queda eclipsado por el aumento en el uso de herbicidas. Esto coincide con la introducción de los cultivos Bt modificados genéticamente que producen un insecticida (que no está incluido en la lista oficial de los plaguicidas que se emplean).

Sin embargo, en Europa se ha observado una disminución en el uso de plaguicidas en el mismo período. En los Estados Unidos en 2007, el uso de herbicidas creció en un 108% desde los niveles de 1995, mientras que el uso de insecticidas se redujo al 85% de los niveles de 1995. En Europa, sin embargo, se observaron reducciones más impresionantes: Francia redujo su uso hasta el 94% de los niveles de 1995 y el uso de insecticidas químicos al 24% de los niveles de 1995. En el año 2009, herbicidas y pesticidas se redujeron al 82% y al 12% de los niveles de 1995. Se observan tendencias similares en Suiza y Alemania.

Otro perjuicio del sistema de monocultivos ha recaído en los agricultores. El número de explotaciones ha disminuido desde su máximo de 1935, con la pérdida de 2 millones de explotaciones en el año 2007, a pesar de que la cantidad de superficie cultivada sigue siendo la misma. En el caso del maíz, el 69% se cultiva en grandes o muy grandes explotaciones, como señala la USDA, es decir, con unas ventas de más de 250.000 y 500.000 dólares respectivamente. Por otro lado se encuentra la incapacidad de los agricultores para innovar y producir nuevas variedades, debido a la monopolización del mercado de semillas y los derechos de propiedad intelectual, que han abolido prácticamente los programas públicos de mejora de semillas.

Como señalan los autores (1): “La pérdida de experimentación por parte de los agricultores probablemente produzca una falta de resistencia y adaptación al cambio climático, los desastres naturales o como resultado de los conflictos”. El sistema de cultivos transgénicos, con sus acuerdos de patentes de propiedad intelectual y desarrollo comercial, ha contribuido a la concentración del mercado de semillas, como se observa en las variedades de soja que se plantan hoy en día: un 0,5% de las variedades de soja fueron desarrolladas por el sector público en 2007, en comparación con el 70% de 1980. Los precios de las semillas han aumentado en un 140% desde 1994. El cambio climático está afectando a los rendimientos globales de la soja desde los años 1980 y 1990, sin que haya evidencias de que las patentes biológicas hayan aumentado la resistencia de los cultivos

Una advertencia para los Estados Unidos y el resto del mundo

Las lecciones de la epidemia de 1972 de la roya de la hoja de maíz todavía parecen no haberse aprendido. El Comité para la vulnerabilidad genética de los principales cultivos del Consejo Nacional de Investigación de los Estados Unidos, en su momento planteó la siguiente pregunta: “¿Que uniformidad genética existe en los cultivos de los que depende la nación y qué vulnerabilidad tienen ante las epidemias? La respuesta fue que la mayoría de los principales cultivos tienen “una gran uniformidad genética y por lo tanto son vulnerables y es el resultado de la política legislativa y económica del Gobierno”.