El impuesto a las bebidas azucaradas logra reducir su compra en hogares mexicanos

Por la Alianza por la Salud Alimentaria, 16 de junio de 2015

  • Los mexicanos compraron menos bebidas azucaradas en 2014 debido al efecto del impuesto.
  • La reducción promedio en compras fue de 6%, alcanzando un 12% al final del año.
  • Las compras de bebidas azucaradas se redujeron en todos los niveles socioeconómicos, pero fue mayor en el nivel más bajo alcanzando 17% al final del año.
  • Los resultados indican que los impuestos a las bebidas azucaradas pueden coadyuvar en el cambio de comportamientos en bien de la salud pública.

México enfrenta una epidemia de obesidad asociada al deterioro de los hábitos de alimentación en la población, además es el principal consumidor de bebidas azucaradas en el mundo, con un promedio de 163 litros, muy por encima del promedio mundial.

Entre 1989 y 2006 el consumo de estas bebidas aumentó en un 60% per cápita. Fuerte evidencia ha demostrado que el consumo regular de bebidas azucaradas aumenta la probabilidad de desarrollar sobrepeso, obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.

En el año 2013, las principales causas de muerte fueron las enfermedades cardiovasculares y diabetes, resultando en 145 mil 237 y 87 mil 245 muertes respectivamente.

El 1° de enero de 2014 entró en vigor el impuesto especial (IEPS) a bebidas azucaradas, cuyo objetivo es desincentivar su consumo debido a los efectos negativos en la salud que conlleva. El monto del impuesto fue de un $1 peso por litro, lo que por precio promedio equivale al 10%.

En este contexto, la Alianza por la Salud Alimentaria dio a conocer los resultados preliminares del estudio sobre el efecto del impuesto en las compras de bebidas azucaradas en los hogares mexicanos durante 2014, realizado por el Centro de Población de la Universidad de Carolina del Norte y el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).

El estudio reveló que hubo una reducción promedio de 6% en las compras de bebidas con impuesto durante todo el año 2014.

La reducción fue aumentando a lo largo del año hasta alcanzar un 12% en diciembre.[1]

El modelo matemático ajustó la tendencia a la baja en la compra de bebidas azucaradas que ocurría desde el año 2012 y tomó en cuenta las variables macroeconómicas que se asocian con compras como salario y desempleo.

Los resultados preliminares indican que las compras de bebidas azucaradas en los hogares se redujeron en todos los niveles socioeconómicos, observando una reducción mayor en el nivel más bajo.

Los hogares de menores recursos redujeron sus compras de bebidas azucaradas en 9% en promedio durante el año 2014 y alcanzaron una reducción de 17% al final de este año.

El estudio señala que se registró un aumento del 4% en el consumo de bebidas sin impuesto, en especial agua embotellada, señalando que no se registró el consumo de agua no embotellada.

El hecho de que el efecto del impuesto fue mayor al fin del año que al inicio está apoyado por las conclusiones de otros estudios relacionados con impuestos, como el tabaco. Se ha observado que los impuestos aplicados a productos que son difíciles de dejar de consumir no tienen un impacto inmediato y éste crece a mediano plazo.

Al respecto, Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, miembro de la Alianza por la Salud Alimentaria, declaró: “En los últimos meses de 2014 las familias más pobres no sólo habían reducido el consumo de bebidas azucaradas en sus hogares sino que también estaban gastando menos en estas bebidas, ya que la baja del consumo alcanzó 17% hacia el final del 2014, esto quiere decir que la reducción está superando al impuesto y, por lo tanto, el total del gasto en bebidas azucaradas es menor”.

Por su parte, Fiorella Espinosa, investigadora de Salud Alimentaria en El Poder del Consumidor, comentó: “Estos datos son relevantes tomando en cuenta que en México una diabetes complicada puede llevar a una familia a la bancarrota, el mayor gasto en salud por el consumo de bebidas azucaradas se da en las familias más pobres, convirtiéndose en una causa de pauperización”.

De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), una persona que vive con diabetes complicada gasta un promedio de $65 mil 896 pesos al año en el tratamiento médico mientras que percibe un salario promedio anual de $61 mil 896 pesos,[2] lo que es completamente insostenible.