Crea tu Propio Huerto Ecológico

La tierra que se suele usar para los semilleros es mucho más ligera, para permitir a la planta crecer sin problemas, y debemos asegurarnos de no enterrar demasiado las semillas, de lo contrario, tendrán dificultades para crecer. Una vez plantadas podemos protegerlas con una capa de vermiculita, que es un tipo de roca volcánica muy ligera que protege la tierra y la planta, asegurándoles calor, minerales y que el sustrato no se quede nunca seco.

Podemos colocar estos semilleros en el alféizar de una ventana donde vayan a recibir suficiente sol. Una vez tengan el tamaño adecuado se trasplantan al huerto o el macetero, con cuidado de no dañar las raíces.

    El Agua

El agua en su justa medida, tan malo es no regar lo suficiente, como pasarse. Si no regamos suficiente nuestras plantas no se desarrollarán adecuadamente, y se volverán duras, con tendencia a espigarse o montar en flor; mientras que un exceso de agua creará problemas de hongos parásitos y podredumbre.

Es recomendable montar un sistema de riego de goteo, con los goteros intercalados cada 30 ó 40 cm o con mangueras de exudación, y un sencillo programador de riego, que conectando el sistema a un grifo nos permitirá que las plantas se rieguen 15 minutos cada día o media hora cada dos días. La ventaja de este sistema es que nos permite ausentarnos durante largos períodos de tiempo sin que nuestro huerto sufra por falta de riego.

    La Nutrición

En la agricultura orgánica o ecológica se da mucha importancia a nutrir la tierra, para ello tenemos que incorporar con regularidad abono orgánico (compost), que es un abono natural de alta calidad fertilizante.

El compost se obtiene de la descomposición de la materia orgánica como pueden ser restos de vegetales y animales, estiércol, residuos orgánicos y purinas, por medio de un proceso microbiano. Las lombrices de tierra son también imprescindibles, por convertir los desechos que comen en el mejor fertilizante natural y además oxigenan la tierra acelerando el proceso de descomposición y evitando los malos olores.

El compost debe realizarse en un medio húmedo, caliente y aireado, y hay que moverlo una o dos veces al mes para oxigenarlo. Pero si por cualquier circunstancia no podemos crear nuestro propio compost, podemos comprarlo en cualquier tienda especializada en jardinería.

Las necesidades de nutrientes varían de una planta a otra, por ejemplo, las zanahorias o judías requieren un compost muy descompuesto, mientras que las patatas, tomates o alcachofas, necesitan materia orgánica a medio descomponer. Por ello es conveniente realizar la rotación de cultivos, pues esta permite aprovechar al máximo la materia orgánica aportada por cada familia de plantas, por ejemplo, tras plantar tomates al que hemos abonado con gran cantidad de compost (de 4 a 10 Kg por m2), podemos cultivar lechugas sin añadir más compost y, al cosechar las lechugas, podemos sembrar zanahorias o guisantes (cualquier leguminosa), que aprovecharán al máximo los sobrantes de materia orgánica. Cuando cosechemos, podemos añadir de nuevo compost y empezar el nuevo ciclo con otras plantas exigentes como los pimientos, berenjenas, calabacines, etc.

    Plagas y Parásitos

Las plantas cultivadas de forma sana y respetando sus ciclos biológicos y ecológicos mantienen a raya a la mayoría de parásitos y enfermedades, siendo muy pocas las ocasiones en que hay que intervenir en su ayuda . Pero si fuera necesario hay numerosas plantas medicinales reforzadoras de las plantas cultivadas o repelentes de parásitos naturales a base de extractos de plantas o minerales, carentes de toxicidad para los consumidores y los cultivos tratados.

Gracias a la rotación de cultivos disminuyen los problemas con las plagas y las enfermedades pues al no encontrar un huésped, tienen más dificultad para sobrevivir.

Como complemento a la rotación de cultivos podemos realizar el control biológico, que es un método de control de plagas, enfermedades y malezas que consiste en utilizar organismos vivos con objeto de controlar las poblaciones de otro organismo.

    Malas Hierbas

Las malas hierbas son una de las peores enemigos de las cosechas, realizando un acolchado orgánico con paja o restos vegetales se reduce considerablemente su presencia, además de proteger el suelo y las bacterias de la radiación solar perjudicial, y ayuda a minimizar la evaporación del agua, reduciendo las necesidades de riego.