Como milpa defendemos nuestro maíz y construimos el futuro

La Jornada del Campo, noviembre de 2015

A Eugenio Bermejillo, quien como boca de polen difundió información del México profundo.

El maíz; de donde vengas: del campo y de la ciudad, jóvenes y mayores, científicos, artistas, estudiantes, cocineros, periodistas, consumidores, campesinos; somos hijas e hijos del maíz. México huele a maíz dice Soel Rondón, un cubano.

El maíz es un elemento que nos vértebra, que organiza el calendario y las matemáticas. Que desde la disciplina y actividad que desarrollemos es un motor, alimento y fuerza que nos mueve.

El maíz, tlaolli, de tla, algo y olli movimiento, como dice Everardo Lara, “nuestro alimento que surge del movimiento”. O bien el alimento que genera movimiento, un movimiento amplio que se aglutina alrededor de la planta sagrada pero sobreto- do de quienes la crearon y la reproducen.

El maíz hace milpa como una práctica que a decir de Elena Álvarez-Buylla man- tiene la “la integridad de los territorios y comunidades campesinas, así como para la diversidad biológica, agrícola y cultural de México”. En otro nivel, su defensa permite la integralidad del país y la salvaguarda de nuestro principal alimento.

Un ritual que celebra a la naturaleza y que plantea una relación en milpa, una relación horizontal de ayuda entre los diferentes, así como en el campo el sistema milpa posibilita que el fríjol fije el nitrógeno que le permite crecer al maíz y la calabaza impide que se seque la tierra y mantiene a las plagas entretenidas con su amplio follaje, manteniendo relaciones de ayuda y complementariedad.

Así en la mesa y como nos ha dicho reiteradamente Armando Bartra, en la sociedad hacemos milpa como una forma de hacer comunidad, de trabajar cada quien desde la diferencia sumando esfuerzos.

Como milpa La Jornada, desde el periodismo comprometido lanza este tercer número de una pequeña colección de Suplementos especiales, escritos e ilustrados alrededor del maíz; promovidos y en buena medida, ilustrados por el Maestro Fran- cisco Toledo.

Estos suplementos se idearon para informar con fuerza y masivamente, los graves impactos que la tecnología de los transgénicos tendría sobre nuestro alimento básico. En el primer suplemento aparecido en mayo de 2014 bajo el título “Maíz. No a los transgénico” se recogieron los principales argumentos por los que en México nos hemos opuesto a esta tecnología. Se ilustró con las reproducciones de los carteles que el Maestro Toledo elaboró para mostrar su preocupación por esta amenaza.

El siguiente suplemento trato sobre “Origen. El maíz y la defensa de la milpa”. Publicado en septiembre del mismo año incluyo la visión desde Oaxaca de esta lucha, en donde se ubica, como señaló Luis Hernández Navarro, el “epicentro de la defensa de este grano”. En esa ocasión la gráfica que acompaño a los textos fueron las fotografías sobre el maíz que intervinó Francisco Toledo.

Este número versa sobre “La Milpa, ritual imprescindible” nombre de la exposición que se presentó en el Jardín botánico de la UNAM el 28 de noviembre y que nos remite a ese pasado remoto y presente que floreció aquí precisamente en la zona prehispánica habitada desde hace mas de 2000 años, Cuiculco.

En este recinto único, la Dra. Álvarez-Buylla experta en genética y en biología molecular, se empeño con gran dedicación a mostrar- nos a través del arte lo que ha tratado de decirnos en los últimos 15 años con la ciencia. Estas piezas son otra forma de movernos y con-movernos por esta posibilidad de futuro que se pierde en una necia argumentación de modernidad, además de un tributo, como ella misma señala, a “las mujeres y hombres de las comunidades campesinas de México”.

La obra que ilustran este Suplemento, reflejan la idea de Enrique Olvera, de que el pasado es “un punto de partida, no un lugar mágico y mejor”. Conforman una propuesta de un futuro luminoso, un proceso desde un punto de partida diverso.

Una posibilidad diferente contra el último estertor de un mo- delo de alimentación imposible de seguir manteniendo, lleno de venenos, genes patentados, virus promotores. Los transgénicos y la empresa que los produce se han convertido en el símbolo de lo que rechazamos.

Desde el otro lado las mujeres y hombres de maíz hemos logrado en milpa impedir la siembra de maíz y soya transgénicos. Tenemos que seguir y mucho por hacer. El año que entra nuestro país será el anfitrión de la reunión del convenio de diversidad Biológica, que nos platica Silvia Ribeiro.

El maíz, como otras especies es acecha- do como un recurso fitogenético sujeto a ser apropiado; en el otro extremo la agrobiodiversidad que recrea la relación entre conocimientos, diversidad y territorio se presenta como un patrimonio de las comunidades campesinas e indígenas. Son ellas las que habrán de decidir sus formas de conservación y aprovechamiento.

Para enfrentar esto y mucho mas tendremos a la milpa no como visión de pasado, sino como un futuro sostenible y posible.