Amenaza el clima a sedes petroleras

Por Evlyn Cervantes, Reforma, 12 de abril de 2015

En 2003, el desbordamiento de un río por las lluvias provocó un deslave que, a su vez, causó la explosión de un gasoducto y un ducto de gas LP en Ciudad Mendoza, Veracruz; en 2010, el impacto del huracán Karl sobre la costa tabasqueña obligó la suspensión de labores en varios campos petroleros anegados.

La terminal marítima de Dos Bocas, en Tabasco, cuenta con obras de protección contra el avance del mar sobre la franja costera, mientras que las refinerías de Salina Cruz, Oaxaca y de Salamanca, Guanajuato, pueden resentir la sequía.

Para el Centro Mario Molina, la infraestructura petrolera del País está expuesta a un alto grado de peligro y vulnerabilidad a fenómenos hidrometeorológicos asociados al cambio climático.

“De acuerdo con expertos en el tema de cambio climático, en los próximos años se podría ver incrementada la intensidad de fenómenos detonantes de este tipo de daños, como ciclones tropicales, frentes fríos y zonas de calmas, entre otros.

“Esto implicaría un mayor peligro para el sector petrolero y en consecuencia para el País, debido a que constituye la principal fuente de abastecimiento de combustibles, así como a la gran inversión existente en infraestructura, su influencia en la dinámica económica, y su determinante contribución en las finanzas públicas”, señala en el Atlas de Peligro al Cambio Climático como Instrumento de Adaptación del Sector Petrolero que publicó a finales del año pasado.

El centro de investigación climática expone por ejemplo la situación de la Terminal Marítima de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, que se ve amenazada por inundaciones y la erosión costera.

“La terminal marítima está situada entre cuerpos de agua, lo cual ocasiona que en época de lluvias se desborden afectando su operación”, refiere.

“El esperado incremento en la intensidad de los fenómenos que influyen en la ocurrencia de inundaciones y procesos de erosión de línea de costa, demandan un mayor análisis y el diseño e instrumentación de estrategias y medidas específicas de adaptación, que permitan reducir la vulnerabilidad de dichas instalaciones e incrementar su resiliencia en caso de ocurrir algún desastre”, advierte.

El Atlas también revela que el 22 por ciento de la infraestructura petrolera se ubica en zonas del País con un alto grado de vulnerabilidad por sequía, como son las localizadas en el norte, parte de Guanajuato, Morelos, Guerrero, Oaxaca y Campeche.

Incluso, advierte, la disponibilidad del agua debe ser considerada en la operación de los campos de gas de la zona noreste.

“Los campos de gas del noreste del País se encuentran esencialmente en zonas de peligro muy alto por sequía, por lo que deben considerarse estos aspectos en la operación petrolera, sobre todo en el caso del shale gas, que requiere cantidades importantes de agua para su extracción”, sostiene.

El Centro Mario Molina llama a analizar la vulnerabilidad de cada instalación petrolera para tomar las medidas de adaptación climática.

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