Agricultura mexicana varada

En frijol, alimento básico en la dieta de los mexicanos, por su contenido de proteína, y que ocupaba el segundo lugar en la siembra nacional con 2.1 millones de has en el trienio 1990-92, bajó a 1.6 millones de has en el periodo 2009-11.

Podría decirse que la disminución en el área sembrada se debe a menor consumo asociado a cambios en los hábitos alimenticios y a diferenciales de precios al productor respecto al producto importado, anota el estudio de la FAO.

Los rendimientos registraron un modesto progreso, con un promedio nacional de 860 kilos por ha en 2009 y sólo entidades como Nayarit y Sinaloa obtienen entre 1.4 y 1.5 tons por ha. En gran medida éstos se han visto afectados por las sequías que impactaron zonas productoras importantes en los últimos dos años.

El sorgo, importante insumo para la industria de alimentos balanceados, cuya superficie cultivada es de 1.9 millones de has, observó un comportamiento un poco diferente. En el periodo 1990-2011 la producción de grano aumentó en 1.3 millones de tons, con mejores rendimientos al final del periodo, que subieron de 3.4 a 3.8 millones de tons.

También los pastos ha observado un aumento de siembra en su superficie debido a la demanda del sector pecuario. En 2009-11, cubrían 2.4 millones de has. La avena forrajera ocupa el tercer lugar en extensión y en 2011 alcanzó las 943 mil has.

La publicación refiere que la mayor expansión de las tierras cultivadas se dio en forrajes que pasaron de 3.4 a 6.5 millones de has, ampliación acorde con el aumento en la disponibilidad de carnes, leche y huevo. La producción de éstos creció de manera significativa 4.8 por ciento en promedio anual entre 1990 y 2011.

En tanto, la producción de café se redujo –1.1 por ciento promedio anual–, sobre todo en la primera década de este siglo, luego de la caída histórica de los precios en mercados internacionales al final de la década de 1990.

Las labores en los cafetales se limitaron sustancialmente o éstos se cortaron, por lo que los rendimientos promedio acusaron una baja notable al pasar de 2.8 a 1.9 ton por ha entre 1990 y 2011.

En azúcar, con los altibajos de los precios en el mercado internacional y la competencia con edulcorantes sustitutos, la producción de caña de azúcar creció 1 por ciento en promedio anual en dicho periodo. Los principales estados productores lograron rendimientos de 71, 87, 60 y 64 ton/ha, respectivamente.

Rendimientos por debajo de otros países

Al comparar los rendimientos nacionales promedio de maíz y frijol con los de los principales países productores, se aprecia cómo, en maíz, los rendimientos promedio están por debajo de los tres principales productores en el mundo: Estados Unidos, China y Brasil. La diferencia con éste último es de sólo media tonelada, pero ese margen se fue ampliando en los últimos cuatro años.

Respecto a Sudáfrica, uno de los países proveedores de maíz blanco, México también se ve superado. En rendimientos de frijol en relación con los principales productores, nuestro país sólo está en mejor posición que la India; con Brasil está 100 kilos por abajo. Con otros países, Myanmar, China y Estados Unidos, las diferencias van del 40 por ciento a más del doble.

Tras recordar que México es el país con mayor área de cultivo bajo riego en América Latina, pero el 75 por ciento de su agricultura es de temporal, el estudio de la FAO señala que hay márgenes para mejorar los rendimientos, y acortar la brecha entre estados y entre sistemas productivos.

La publicación hace hincapié en que programas de Sagarpa, como Mas Agro o el Programa Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), implementado en colaboración con FAO, buscan incidir en la problemática de los productores de menores rendimientos; por la complejidad de su dimensión técnica, económica, social y ambiental, requiere de apoyos coordinados entre los estados, los municipios y la federación con los propios productores.

“El escaso ritmo de crecimiento de la agricultura y su baja productividad, son una llamada de atención. Por una parte, el sector es proveedor de alimentos y de materias primas para la industria agroalimentaria; sin embargo, a falta de abasto interno suficiente, no se están generando todos los encadenamientos productivos potenciales entre el sector secundario y primario”, apunta.