Agricultura, el futuro es de los ciudadanos

Por Ladyverd , 5 de mayo de 2014

Para Olivier De Schutter, el actual modelo agrícola industrial está agotado y serán los ciudadanos quienes logren articular nuevos sistemas para garantizar la alimentación de una población mundial creciente y un medio ambiente dañado por el abuso de un modelo agrícola que basado en la obtención de beneficios económicos agranda la brecha entre los países ricos del norte y los pobres del sur.

Olivier De Schutter es un jurista belga que fue durante seis años el informador especial de la Naciones Unidas para el derecho a la alimentación. Durante ese periodo elaboró varios informes que marcaron un punto de inflexión en la crítica del modelo agro industrial que domina el sector alimentario. Según De Schutter, la solución a los retos alimentarios actuales no la aportarán los Estados, si no los ciudadanos.

El pasado mes de marzo Olivier De Schutter presentó su último informe ante el Consejo de los Derechos del Hombre de la ONU. Este informe fue objeto de un consenso que, para el autor, “habría sido inimaginable hace seis años”. Dicho informe dejaba claro que en el futuro, cada país deberá ser autosuficiente y producir los alimentos necesarios para alimentar a sus habitantes, que la cuestión de la alimentación no resolvería concentrando la producción en aquellas regiones del mundo más eficientes ni confiando en la ayuda alimentaria y en el comercio internacional. El consenso que obtuvo la lectura del informe supone, para el antiguo informador de la ONU, el comienzo de un cambio de paradigma.

Otro cambio que el antiguo informador de la OMC resalta es que la nutrición, tema que ha estado crónicamente alejado de la actualidad desde hace más de treinta años, vuelve a ganar importancia. Además, existe una creciente toma de conciencia acerca de la importancia y la necesidad de fomentar la agroecología en detrimento de un modelo agrícola basado en los abonos químicos intensivos y pesticidas. En el informe se alerta de que muchos Estados están encontrando enormes obstáculos para pasar de la teoría (necesidad de iniciar una transición hacia una agricultura ecológica) a la acción.

Dichos obstáculos, según De Schutter, son por un lado el problema que supone el haber basado la modernización de la agricultura únicamente según un modelo productivita, que los dominadores del mercado controlan tanto los abonos como las industrias elaboradoras. Todo ello hace que para los pequeños productores sea más complicado crear alternativas. Subraya también un tercer obstáculo de carácter cultural: nuestros hábitos de vida, siempre apresurados, dependen de una alimentación transformada y fácil de preparar. Un último obstáculo es el político: los gobiernos son excesivamente sensibles a los intereses de sus grandes empresas agroalimentarias y consecuentemente reacios a iniciar cambios y transformaciones que les perjudiquen.

La agricultura de supervivencia o agricultura familiar reduce la pobreza en zonas rurales, contribuye a una gestión razonada de los ecosistemas conservando la diversidad de la producción agrícola y del sistema alimentario. Sin embargo, los gobiernos no apoyan este tipo de agricultura. Los dirigentes de los países menos avanzados pretenden copiar en su territorio el modelo industrial de los países del norte basado en la química y en la productividad. Por otro lado, los pequeños agricultores, pese a ser una gran parte de la población, tienen muchos problemas para transmitir su mensaje debido a una falta de organización. En dichos países, seguramente fruto de una planificada estrategia, existe la idea dominante de que este tipo de agricultor es una categoría social destinada a desaparecer.

Según De Schutter, “es responsabilidad de todos sacar las conclusiones acerca de lo que sabemos sobre el desperdicio alimentario, el consumo de carne y de agrocombustibles. Si hay algo de esperanza, esta proviene de la impaciencia de los ciudadanos frente a la lentitud de los gobiernos. Si los ciudadanos no se ponen manos a la obra nos arriesgamos a sufrir una crisis aún mayor que nos obligará a cambiar nuestra forma de vida de una forma mucho más drástica. El cambio debe venir de los países industrializados, porque mediante nuestros hábitos de consumo, somos responsables de la presión sobre los recursos naturales que se traduce en una presión entre las poblaciones ricas del norte y las pobres del sur. La Unión Europea utiliza 20 millones de hectáreas de tierra de cultivo en los países del sur (Brasil y Argentina especialmente) para producir soja destinada a la ganadería industrial.